Desde su inauguración en 2011, el Museo Lego de Praga –situado a medio camino entre el Puente de Carlos y la Plaza de Wenceslao, se ha consolidado como un auténtico paraíso para los aficionados a este popular juego de construcción danés. Reconocido como el museo de Lego más grande del mundo, ni siquiera la sede de la empresa, en la ciudad danesa de Billund, ha conseguido igualar su tamaño. Con una superficie cercana a los 1.000 metros cuadrados, el espacio del museo permite al visitante sumergirse en la desconocida historia de este popular juguete, al mismo tiempo que se contemplan cerca de 9.000 modelos únicos –algunos temáticos y otros históricos–, construidos con un total de 1,5 millones de ladrillos.
La visita al museo se puede realizar fácilmente en una hora; aunque un espacio diseñado exclusivamente para montar nuestros propios modelos, suele alargarse un poco más. Una peculiar estadística desveló que, teniendo en cuenta el total de ladrillitos de Lego que existen en todo el mundo, a cada habitante le deberían corresponder 62 piezas. Tal vez las tuyas están esperándote en Praga. ¿Te animas?
Conoce la historia de Lego
Uno de los grandes atractivos que esconde el Museo Lego –Muzeum Lega, en checo–, es la posibilidad de conocer la historia del juguete danés de un modo dinámico y divertido. Según se desprende de los carteles que tapizan el espacio, el origen de Lego se remonta a principios del siglo XX, cuando la familia de carpinteros Christiansen decidió transformar su antiguo negocio de maderas en uno enfocado en la fabricación de juguetes.
Sin embargo, no fue hasta los años 40 cuando el patriarca de los Christiansen decidió cambiar la madera por el plástico, adoptando los llamativos colores que su vecino neerlandés, el pintor vanguardista Piet Mondrian, venía empleando en sus composiciones.
Para sorpresa de muchos, el nombre de Lego tiene su propio significado; y es que, traducido al castellano, Lego significa “juega bien”. Desde luego, las intenciones originarias de sus creadores se han cumplido, si tenemos en cuenta que, más de cien años después, sus ladrillitos se asocian con el cariñoso apodo de “juguete del siglo XX”.
Por su parte, el Museo Lego de Praga surgió en 2011, a raíz de la iniciativa de un empresario checo que, habiendo coleccionado decenas y decenas de modelos en su propia casa, finalmente decidió abrir un espacio donde ubicarlos y mostrarlos al público. Desde entonces, las cifras avalan el éxito de este museo, con 80.000 visitantes anuales y una colección de modelos exclusivos que no hace más que crecer.
Un recorrido por el Museo Lego de Praga
La entrada al museo ha de realizarse a través de la tienda de Lego, la cual, de por sí, nos ofrece un surtido escaparate con modelos a la venta que no podrás encontrar en ninguna otra parte del mundo.
Con cerca de 9.000 modelos, distribuidos a lo largo de tres plantas, el museo permite al visitante contemplar con admiración desde los Legos más antiguos –conocidos como Lego Systems–, hasta los más novedosos. Además, el espacio queda organizado en 20 áreas temáticas, las cuales reproducen con gran esmero y precisión éxitos del Cine y la Literatura tan sonados como Harry Potter, Indiana Jones, Batman o Star Wars.
A pesar de que el público natural es el infantil, los adultos también encuentran su espacio en series tan emblemáticas como ‘Lego Technik’, basada en todo tipo de vehículos con una sofisticación mecánica notable. Asimismo, los más pequeños pueden disfrutar con ‘Lego Duplo’, una serie pensada específicamente para niños con más de un año y medio de edad. De hecho, una salita infantil –llamada Children´s corner– les permite pasar el rato montando sus propios modelos.
Ahora bien, el gran atractivo del museo lo encontramos en la extensísima colección de réplicas de edificios y monumentos de Praga. La reproducción más famosa es la del Puente de Carlos, considerada durante años como la maqueta de Lego más grande del mundo. Sin embargo, también merece la pena destacar reproducciones tan impresionantes como las del Museo Nacional, el Reloj Astronómico, el castillo de Karlštejn, o la Catedral de San Vito esta última construida con cerca de 400.000 ladrillos—. Por su parte, algunas joyas de la arquitectura extranjera, tales como el Taj Mahal indio, el Tower Bridge londinense, o la Torre Eiffel de París, también cuentan con su propia representación.
Un segundo museo en Kutná Hora
Tal ha sido el éxito del museo de Praga que la marca ha decidido recientemente abrir una segunda sede en el cercano pueblo minero de Kutná Hora. A pesar de tener un tamaño notablemente inferior al de su homólogo praguense, dicho museo consigue alojar más de 1.000 modelos originales de Lego, algunos con claros guiños al pueblo que lo acoge. El ejemplo más famoso es el de la reproducción del Osario de Sedlec, el cual se encuentra situado a un par de kilómetros de distancia.
Para quien no lo sepa, el casco histórico de Kutná Hora ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, por lo que su visita merece la pena de cualquier forma.