La Plaza de la Ciudad Vieja de Praga, o Staroměstské námestí, es uno de esos lugares en los que uno se siente trasladado a otra época, incluso a otra dimensión: la de la fantasía y la magia. Es una sensación provocada por una escenografía que raramente se produce en otros lugares del planeta.
Ensoñaciones aparte, la Plaza de la Ciudad Vieja supone el principal punto de encuentro del Centro de Praga y, junto con el Puente de Carlos y el Callejón del Oro, es el lugar más “instagrameable” de la capital checa.
Semejante protagonismo no lo han traído ni las redes sociales ni las nuevas tecnologías. Lo cierto es que la Plaza de la Ciudad Vieja es el epicentro de la vida praguense desde hace más de 1.000 años, tantos como tiene su monumento más antiguo: la iglesia de Nuestra Señora de Týn.
La Ciudad Vieja de Praga
Pese a su nombre y a su relevancia histórica, el barrio de la Ciudad Vieja de Praga no es el núcleo original de la capital checa. Tal honor corresponde al Castillo que, desde el siglo IX, concentra el poder civil del país.
La Ciudad Vieja comenzó a construirse cuando los habitantes que se concentraban en torno al castillo comenzaron a expandirse hacia la otra orilla del río Moldava en busca de horizontes más amplios. Lo hicieron aprovechando unas condiciones orográficas más favorables, lo que también facilitó las comunicaciones con el resto del país.
Esto supuso un rápido crecimiento económico que, a su vez, se tradujo en la construcción de numerosas mansiones, iglesias y palacios.
También de las más de cien torres de las que presume la ciudad. Dichas torres se han utilizado a lo largo de los siglos tanto para la vigilancia contra los incendios (tan habituales en la Edad Media) como para almacenes en altura, con los que evitar la propagación de todo tipo de plagas.
En este contexto es donde comenzó a tomar forma la Plaza de Ciudad Vieja de Praga. Un escaparate tanto del poder religioso, con la citada iglesia de iglesia de Nuestra Señora de Týn; como del civil, con el Ayuntamiento; y del económico, dado que este lugar siempre ha sido el gran mercado de Praga.
La Plaza de la Ciudad Vieja de Praga
Así pues, la Plaza de Ciudad Vieja de Praga ha sido, ya desde sus orígenes, el lugar donde han tenido lugar la mayor parte de los acontecimientos importantes de esta zona de la capital. Que, por cierto, no siempre estuvo administrativamente unida al Castillo.
De hecho, durante siglos, estos dos barrios, igual que el resto de los que conforman el actual núcleo capitalino checo, fueron localidades independientes, que unas veces colaboraban en la prosperidad general y, otras, competían entre ellas. En muchas ocasiones no sin graves conflictos.
Superadas las disputas, la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga ha supuesto desde los puntos de vista histórico y geográfico un cruce fundamental entre los caminos de Bohemia.
Hoy todo el que visita Praga pasa por la plaza, al menos una vez. Aunque lo ideal sería hacerlo en diferentes momentos del día, para disfrutar de sus variopintos ambientes. Porque nada tiene que ver la tranquilidad que se respira aquí poco después del amanecer, con el bullicio del mediodía y el de primeras horas de la tarde.
Ni por supuesto, nada tienen que ver las noches de verano en la plaza con el aire melancólico que la envuelve a finales de otoño e invierno, cuando en el pavimento mojado resuenan los cascos de los caballos que tiran de los muchos carruajes que pasan por ella.
El Reloj Astronómico
De todos los atractivos de la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga, sin duda el que más miradas concentra es el célebre Reloj Astronómico, situado en la fachada sur del Ayuntamiento. Ahí lleva marcando el ritmo de la plaza desde el año 1410, cuando lo instaló el relojero Hanus, a quien dice la leyenda que los responsables del concejo praguense dejaron ciego, para que no pudiera repetir su obra en ningún otro lugar.
En cualquier caso, poco tiene que ver la fisonomía que imprimió a su obra aquel artesano del tiempo con lo que hoy es el enorme Reloj Astronómico. De hecho, a lo largo de los siglos se le han añadido nuevas esferas y mecanismos, hasta conformar el espectáculo que supone hoy esta precisa máquina. Estas son sus partes principales:
- El cuadrante astronómico: con numerosas representaciones simbólicas, como el sol, la luna y los signos zodiacales.
- Calendario: es un añadido del año 1870, realizado por Josef Manés, en el que se pueden admirar, como es obvio, las esferas de los 12 meses del año. Están flanqueadas por cuatro figuras que representan a un astrónomo, un filósofo, un ángel y un cronista.
- Las figuras animadas: se mueven cada hora en punto, con la admiración de cientos de curiosos. Se trata de las alegorías de la vanidad, la avaricia, la lujuria y la muerte. También desfilan los 12 apóstoles entre dos ventanas del reloj. El espectáculo se puede observar entre las 9 de la mañana y las 9 de la noche.
Qué más ver en la Plaza de la Ciudad Vieja
Otros lugares que merecen la atención en una visita a la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga son los siguientes:
- Iglesia de Nuestra Señora de Týn: la plaza la vigilan las dos torres gemelas de estilo gótico de esta iglesia. Aunque el templo original es del siglo XI, lo cierto es que ha sufrido varias reconstrucciones.
- El Ayuntamiento: en realidad no es un edificio único, sino varios comprados por la municipalidad según la ciudad se fue expandiendo. Lo más llamativo es su torre, que regala una de las mejores panorámicas de la plaza y del resto de la capital.
- Palacio de Golz Kinsky: de mediados del siglo XVIII, este palacio rococó es, sin duda, uno de los más bonitos de la ciudad. Hoy es una de las sedes del Museo Nacional de Praga.
- Iglesia de San Nicolás: del año 1837, perteneció a una abadía benedictina y es uno de los mejores ejemplos del barroco religioso en Praga.
Monumento a Jan Hus: es el homenaje de la ciudad a ese teólogo y filósofo, ajusticiado en la hoguera. Es todo un símbolo nacional y, como tal, referencia para numerosas manifestaciones reivindicativas.