A riesgo de sonar bíblico, se podría afirmar que los motivos por los que una persona decide visitar un país en concreto resultan inescrutables. En el caso de la República Checa, las razones que existen para explorarla son muchas y muy variadas. Hay quien valora eso de que en el país checo la cerveza autóctona –de gran calidad y tradición–, sea más barata que el agua. Otros simplemente cuentan cada ciudad emblemática de la geografía checa –además de Praga, por supuesto–, como una razón de peso. Asimismo, los infinitos castillos medievales y los palacios de ensueño que esconde Chequia suman puntos para unos; mientras que las ciudades-balneario, con sus propiedades curativas, lo hacen para otros.
Por si fuera poco, las estaciones del año también juegan un papel importante a la hora de visitar un país. Si durante los meses estivales la República Checa rejuvenece y los bosques sacan a relucir su particular verano indio; durante el invierno resulta asombroso comprobar que las plazas de todo el país son invadidas por los tradicionales mercados navideños. Si aún no tienes muy claro qué ciudades de la República Checa visitar, te invitamos a seguir leyendo.
QUÉ VISITAR EN REPÚBLICA CHECA
Karlovy Vary, el balneario de los famosos del siglo XIX
Ubicada en la región occidental de Bohemia, muy cerca de la frontera con Alemania, la ciudad de Karlovy Vary presume de ser uno de los puntos más visitados de la geografía checa. Tal es así que, muchos turistas que se hospedan en Praga, deciden visitar Karlovy Vary en un solo día, puesto que se encuentra situada a 120 kilómetros de la capital checa –unas dos horas de viaje en coche–.
Famosa por su condición de ciudad-balneario, su subsuelo esconde 80 manantiales de los que lleva brotando, de manera ininterrumpida, agua de elevado contenido mineral desde mucho antes de su fundación a mediados del siglo XIV. Como curiosidad, cabe decir que diversas personalidades célebres de la historia moderna, tales como Beethoven, Freud o Karl Marx, han realizado visitadas esporádicas a este rincón del mundo, a fin de paliar dolores reumáticos con diferentes tratamientos minero-medicinales.
Hoy en día, el centro de la ciudad exhibe un precioso conjunto de edificios rococó de diferentes colores pastel; así como numerosos lugares de interés cultural como las columnatas del Mercado, la fuente de Vridlo, el teatro municipal, la torre de Diana o la iglesia de María-Magdalena. Y si disponéis de tiempo suficiente en vuestra visita, debéis saber que Karlovy Vary forma, junto a las vecinas ciudades-balneario de Mariánské Lázně y Františkovy Lázně, el llamado ‘Triángulo de las Bermudas de las aguas curativas’.
Brno, la inesperada ciudad cosmopolita
Otro lugar que queda parcialmente eclipsado por la alargada sombra de Praga es Brno, la segunda ciudad más grande –en población y superficie– de la República Checa. Ubicada, en este caso, en la región morava del sur, esta ciudad monumental de 385.000 habitantes nos permite conocer episodios tan fascinantes de la historia checa como es el asedio sueco que hubo de soportar en 1645 –y del cual salió victoriosa, por cierto–. Lo mejor de Brno es que permite al visitante conocer su historia a partir de los monumentos y lugares de interés que alberga: monumentos históricos como la catedral de San Pedro y San Pablo, el castillo de Špilberk o la abadía de Santo Tomás, contrastan con edificios modernos como la Villa Tugendhat —excelente muestra del estilo arquitectónico funcionalista de principios del siglo XX—; o con construcciones contemporáneas como el circuito de Brno –sede habitual del Campeonato Mundial de Motociclismo–. Asimismo, cabe recordar que Brno es una ciudad universitaria, cuyas 33 facultades dan cabida cada año a cerca de 89.000 estudiantes.
Český Krumlov, la ciudad medieval mejor conservada
Si descendiéramos el cauce del río Moldava desde Praga hacia el sur, terminaríamos por encontrar la pequeña ciudad de Český Krumlov, la cual se encuentra situada en la región de Bohemia Meridional, a 170 kilómetros de la capital checa. Dicha ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992, posee además uno de los cascos históricos de época medieval mejor conservados del mundo. Su belleza y su elegancia radican en su antigua condición de sede de la familia Rosenberg (1302-1602), una de las dinastías nobiliarias más ricas y poderosas del Medievo checo.
Una vez en la ciudad, podremos pasear tranquilamente por su entramado de calles y casas burguesas de colores, mientras nos dirigimos a puntos de interés tan importantes como el Egon Schiele Art Centrum –reconocido centro de arte expresionista–, o el castillo de Český Krumlov. Este último, datado en 1240, alberga en su interior una iglesia, un museo, un teatro barroco, un salón de baile, un jardín de casi 11 hectáreas, y una torre-mirador con impresionantes vistas de Bohemia. En definitiva, una apuesta segura a tan sólo dos horas en coche de Praga.
Kutná Hora, el rincón de las minas de plata y el osario
Mucho más cerca de Praga –a 70 kilómetros– se encuentra el pequeño pueblo minero de Kutná Hora, cuyo casco antiguo fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995. Con una población que no alcanza los 20.000 habitantes, Kutná Hora sorprende al visitante por la abundancia de monumentos históricos que aglutina en su centro. Su auge proviene de los hoy inexistentes yacimientos argentíferos que permitieron al pueblo convertirse en la segunda ciudad más poderosa de Chequia durante la Edad Media.
Como parte del legado de esa época esplendorosa encontramos puntos de interés como la catedral gótica de Santa Bárbara –de gran parecido a la de Praga–, el famoso Osario de Sedlec –con unas 40.000 piezas óseas humanas decorando el interior–, o el Castillete de la Plata –un museo dedicado al estudio y difusión del pasado minero de la región–. Una muy buena opción si lo que buscamos es una excursión de un solo día desde Praga.
Olomouc, la ciudad de las fuentes
De todas las ciudades reseñadas hasta ahora, Olomouc es, tal vez, la que se encuentra a mayor distancia de Praga –284 kilómetros al este–. Antiguo centro administrativo de Moravia, esta ciudad monumental destaca por poseer numerosas plazas, a cada cual más interesante dada la abundancia de monumentos históricos y fuentes que acogen. Mientras que en su Plaza Alta —Horní náměstí, en checo—, encontramos el viejo Ayuntamiento, su tradicional reloj astronómico y la soberbia columna de la Santísima Trinidad –declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000–; en la Plaza Baja –Dolní náměstí–, hallamos otra fuente más, dedicada a Neptuno y Júpiter.
Entre otros lugares de interés histórico, Olomouc acoge también la Universidad Palacký –cuya fundación se remonta a 1573–; o la catedral de Wenceslao –datada en 1107 en estilo románico–. Y es que, en cuestión de edificios eclesiásticos, Olomouc también destaca. Tradicionalmente considerada de manera no oficial como la “capital religiosa de Moravia”, sus 28 iglesias nos dan una pequeña pista del porqué de este apodo.
Y no, no os preocupéis, como buena ciudad universitaria, Olomouc también brinda a sus visitantes un rico y animado ambiente de bares y terrazas.