Es la iglesia que acoge, desde 1949, una de las imágenes religiosas más veneradas por los sevillanos, la Virgen de la Esperanza Macarena, una talla que antes estuvo casi tres siglos en la Parroquia de San Gil Abad, hasta que este templo fue incendiado el 18 de julio de 1936.
A la Virgen de la Macarena de Sevilla le han cantado desde García Lorca (”ahora mismo en Sevilla/ visten a la Macarena”), Rafael Alberti (“Virgen de la Macarena/ mírame tú, cómo vengo,/ tan sin sangre que ya tengo/ blanca mi color morena”) o Manuel Machado (“¡Virgen de la Esperanza! ¡Macarena!/ Y una explosión de sol y de armonía,/ y un fluir generoso de alegría…”. Además, es la patrona de los toreros, amiga de los gitanos y una de las grandes protagonistas de la Semana Santa sevillana. Todas las madrugadas de Viernes Santo su efigie desfila por un camino de pétalos de rosa mientras la gente la vitorea, canta canciones y alaba su belleza en un gran fervor popular.
Aunque la autoría de la talla de esta Virgen se ha ido atribuyendo a diversos escultores del siglo XVII, todavía no se ha podido comprobar quién fue el artista que la realizó, si bien muchos dan por hecho que fue Pedro Roldán quien diseñó la talla y las lágrimas de cristal que cubren su rostro.
Conocida universalmente como “la Macarena”, por estar ubicada en el barrio del mismo nombre, lo cierto es que todos los sevillanos sienten gran devoción por esta Virgen y cada día son cientos las personas procedentes de todo el mundo que acuden a visitarla. Hay que decir que hay multitud de reproducciones repartidas por templos de los más recónditos lugares, especialmente en Hispanoamérica.
El principal acto de culto de la Macarena es la Estación de Penitencia que cada año realiza, durante la Semana Santa, a la Catedral de Sevilla.
Historia de la Basílica de la Macarena
La historia de la Basílica es mucho más reciente que la de la Hermandad de la Macarena, cuyas reglas fueron presentadas para su aprobación en 1595. En marzo de 1615, ya se pidió licencia para salir en procesión todos los Viernes Santo de cada año, aunque hubo que esperar hasta 1624 para conseguirlo. En 1653, la cofradía se trasladó a la Parroquia de San Gil Abad, si bien la capilla y el altar de la Virgen de la Esperanza no se terminaron hasta finales del siglo XVII. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, la Hermandad decayó notablemente y su situación era tan lamentable que intervino hasta el alcalde.
En 1892, entra en juego la Casa Real y la Reina Regente de España, María Cristina de Habsburgo y Lorena, ingresó como hermana mayor perpetua, con lo que pronto se consiguió el título de Real Hermandad. Su hijo, Alfonso XIII, también visitó la Parroquia de San Gil el 14 de mayo de 1904 y fue nombrado Hermano Mayor.
El 1 de febrero de 1929 tuvo lugar un curioso episodio tras el fallecimiento del hermano mayor Felipe Pachón Rojas. Le debía suceder Leoncio Martínez de Bourio, pero nadie le quería, por lo que las mujeres del barrio comenzaron a lanzar al pobre don Leoncio cubos con manteca derretida y añil. Evidentemente, el hombre anunció su dimisión y hasta tuvo que intervenir la fuerza pública.
En 1930, desde la Casa Real, se hace un llamamiento a los sevillanos para sufragar los gatos del nuevo manto en tisú de la Virgen, una suscripción que estaba encabezada por el rey Alfonso XIII. Y en la madrugada del 18 de julio de 1936, la Parroquia de San Gil Abad salió ardiendo por los cuatro costados, aunque, afortunadamente, hubo tiempo para salvar la imagen de la Virgen de la Esperanza.
En 1949, por fin, la talla de la Virgen es trasladada hasta la nueva Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena; en 1992, con motivo de la Expo, el templo se constituye en sede del Pabellón de Sevilla y en octubre de 2009, se inaugura el Museo con el Tesoro de la Macarena.
El estilo barroco andaluz de la iglesia de la Macarena
Declarada por el Papa Pablo VI Basílica Menor en 1966, la iglesia de la Macarena tiene planta basilical y fue diseñada por Aurelio Gómez Milán. Tiene una sola nave cubierta con bóveda de cañón y cuenta con cuatro capillas laterales. Fue concebida en estilo barroco andaluz, y el acceso se realiza por un pórtico con columnas de mármol en cuya parte superior se colocó una hornacina en la que ahora se ve una escultura que representa la virtud de la Esperanza. Y más arriba aún, una espectacular espadaña con cuatro campanas.
El interior de la basílica de la Macarena está decorado con mármoles de varios colores y pinturas al fresco de Rafael Rodríguez donde la protagonista es la Virgen María. En el retablo mayor, se encuentra la talla de la Santísima Virgen de la Esperanza en un camarín cuya decoración es también una joya de orfebrería, firmada por Fernando Marmolejo Camargo. Y en las cuatro capillas laterales, se veneran las imágenes de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, la Virgen del Santo Rosario, el Cristo de la Salvación y las Patronas de Hispanoamérica.
Una visita al Museo de la Macarena
La Basílica de la Macarena de Sevilla también alberga, en el Museo de la Hermandad, el precioso ajuar de la Virgen de la Macarena, a través del cual se puede rastrear la iconografía de la talla. Se pueden contemplar batas procesionales y trajes donados por toreros, además de las famosas carrozas de la Semana Santa.
Y es que, históricamente, los matadores de toros han donado regalos a la Macarena con la esperanza de tener su protección en el coso. Joselito, por ejemplo, le entregó los cinco broches de esmeralda que adornan su talla y tuvo éxito en sus corridas de toros durante ocho años, hasta que fue corneado fatalmente en 1920, lo que provocó prácticamente luto nacional. Y hasta la Macarena se vistió de negro por primera y única vez en la Historia.
También se pueden ver, en el museo de la Macarena, algunos palios y algunos mantos, bordados la mayoría en terciopelo verde. En 1907 se realizó una candelería de plata y, en 1913, se bendijo la corona de oro de ley que le regaló la Hermandad.
Una Virgen, la de la Esperanza Macarena, que despierta pasiones y que ha merecido también la atención de compositores de la talla de Joaquín Turina (“Saeta en forma de salve”), Jacinto Guerrero (“Macarena”) o Quintero León y Quiroga (“Esperanza y Macarena”). Una Virgen a la que los sevillanos le dicen a voz en grito: “¡Guapa, guapa, guapa!”.