El Parque Minero de Riotinto pone a nuestro alcance 5.000 años de tradición minera y un ecosistema único en el planeta. Desde la reproducción de la mina romana hasta la arquitectura británica que llevó a Huelva la compañía Rio Tinto Company Limited a principios del siglo pasado, la atenta mirada del río rojo fluye guardando muchos misterios todavía en su composición, de tal manera que hasta la NASA lo ha estudiado. La Cuenca Minera de Riotinto está declarada Bien de Interés Cultural y su visita al parque minero se compone de varias partes.
El museo minero Ernest Lluch
El antiguo hospital de la Rio Tinto Company Ltd (que explotó la mina desde 1873 hasta 1954) se ha restaurando para albergar el museo minero y trasladarnos a las distintas etapas históricas de la historia minera de la zona.
En primer lugar se puede recorrer la reproducción de una mina romana con las norias que utilizaban para extraer el agua que inundaba las galerías.
Otra joya del museo es el vagón del Maharajá construido para la reina Victoria de Inglaterra y llevado a la zona para una visita del rey Alfonso XIII. Un lugar donde conocer los secretos geológicos que guarda el subsuelo y cómo han influido las minas de Riotinto en la vida de la comarca en un total de 17 salas.
Trayecto en un ferrocarril centenario
La línea de ferrocarril la trajeron los británicos a la zona para conectar las minas con el puerto de Huelva. Ahora se pueden recorrer 12 kilómetros en vagones restaurados de la época, para hacer una parada junto al agua. Un viaje en un tren de madera del siglo XIX que atraviesa un paisaje propio de Marte. Dos de las locomotoras de vapor que hacen el recorrido son las más antiguas de España.
Un trayecto, siguiendo la cuenca del río, que da una idea de porqué se le llama así. Su color cobrizo procede de la alta concentración de metales pesados como el cobre y el hierro que tiene el agua. De esta forma se conocen los restos de la actividad minera en el paisaje, el trazado de Riotinto y su peculiar ecosistema. El trayecto termina a pie de río para poder disfrutarlo de cerca y con detenimiento. Los guías os advertirán de que si os salpicáis con el agua del río, la mancha no desaparecerá. ¡Ojo con los niños que quieran chapotear!
La mina Arco Iris
La Peña de Hierro es un paisaje protegido que ha recuperado una antigua galería de más de 200 m para hacerla visitable. En esta mina se alternaron los procesos de explotación subterránea con los de explotación a cielo abierto. De aquí se extrajo pirita y gran cantidad de metales y sulfuros esenciales para la producción de cobre y azufre. Descubrirás lo que es un malacate y para qué se utilizaba.
En el mirador de la mina al descubierto es donde se aprecian los colores escalonados de los minerales que da la tierra como si de un arcoíris se tratara. Aquí es donde científicos del CAB, INTA y la NASA trabajan en nuevas tecnologías y equipamientos para futuras misiones a Marte. Lo increíble de este ecosistema es la aparición de vida en unas circunstancias extremas similares a las del Planeta Rojo. Y es que, pese a la acidez del agua, se ha descubierto que en el río Tinto habitan algas, hongos y microorganismos capaces de vivir sin oxígeno, algo único en el mundo.
Durante el camino podrás observar antiguas instalaciones industriales como una trituradora y una tolva para procesar el mineral, una central eléctrica de 1910 y el centro de interpretación completan este espacio. En este lugar es donde nace el río y todos los misterios que guarda la composición de sus aguas.
Barrio de Bellavista
Para conocer cómo era la vida en la zona en el siglo XIX, pleno apogeo británico de explotación, se ha mantenido el Barrio de Bellavista que albergó a la colonia británica que dirigía la actividad minera. Los directivos ingleses, aislados de los locales, trajeron a esta colonia deportes desconocidos en España como el tenis, el polo, el criquet o el fútbol. Por esta razón el Real Club Recreativo de Huelva, fundado en 1889, es el equipo de fútbol más antiguo de España.
El barrio de pequeñas casitas victorianas conserva la capilla presbiteriana, la pista de tenis y el club inglés. Este último, situado en el centro hacia el que se abren las viviendas, era un espacio de ocio para los directivos donde solo podían entrar hombres. Por esta razón los locales le dieron el apelativo de “Menonli”, adaptación de “men only” en inglés.
Una de las casas, construida en 1885, se puede visitar. Se trata de la casa 21 que, en sus tres plantas, muestra los espacios destinados a la familia y a la servidumbre. Su mobiliario y enseres nos dan ideas de las costumbres que trajeron los ingleses como la hora del té. Se ven juguetes antiguos y fotos de los primeros británicos que vivieron en la playa de Punta Umbría, el lugar perfecto para pasar los meses de verano.