Las distintas erupciones volcánicas en Capadocia han hecho que tenga una capa blanda, la toba, donde se puede excavar una cueva y hasta decenas de ciudades, algunas con capacidad para casi 20.000 habitantes, como la de Derinkuyu.
- Historia de las ciudades subterráneas
- Ciudad de Derinkuyu
- Ciudad de Kaymakli
- Consejos e información para visitarlas
Historia de las ciudades subterráneas
Algunos estudios explican que las primeras cuevas y refugios bajo tierra empezaron a construirse en la época de los hititas, es decir, casi dos mil años a.C. cuando fueron atacados por los frigios. Sin embargo, el desarrollo de las ciudades subterráneas como las conocemos ahora se produjo tras la huida de los primeros cristianos en el Imperio romano cuando empezaron a ser perseguidos por su religión y el desarrollo de la cultura frigia hacia el griego.
En este caso, prefirieron esconderse bajo tierra, donde mantenían su fe y sus iglesias, para evitar ser aniquilados por los romanos y aprovecharon la maleabilidad de la toba, el material que se había formado en la zona tras las erupciones volcánicas, para crear auténticas civilizaciones en el subsuelo cerca de la ciudad de Göreme, un punto de atracción para los seguidores de Cristo.
Se dice que en toda la región puede haber unas 200 ciudades excavadas aunque sólo unas 36 han sido redescubiertas en los últimos años. La mayoría tienen plantas específicas para el ganado, pozos de agua y lugares de ventilación para poder sobrevivir incluso meses en el subsuelo.
De hecho, fueron utilizadas hasta 1923 cuando los griegos fueron expulsados de Turquía y muchas de estas viviendas fueron abandonadas, hasta caer en el olvido.
Ciudad de Derinkuyu
Es la ciudad subterránea más grande que se conserva en la actualidad con más de 85 metros bajo tierra y llegando en algunos tramos a los 20 niveles. En total, la antigua ciudad de Elengubu, como se conocía a Derinkuyu, cuenta con 445 kilómetros cuadrados.
Este poblado, que llegó a acoger a 20.000 personas, ha estado habitado durante miles de años por frigios, persas, cristianos y musulmanes, ya que no fue abandonado totalmente hasta 1923 con la salida de los griegos de Capadocia.
Durante décadas cayó en el olvido hasta que las obras en una vivienda del pueblo descubrió un laberinto de túneles que llevó a destapar, de nuevo, toda una ciudad.
No se sabe muy bien cuándo se empezó a construir Derinkuyu pero se tienen referencias escritas desde el 370 a.C.
La estructura de la ciudad establecía una zona para los establos, más cerca de la superficie para evitar los gases tóxicos de los animales y también para que crearan una capa cálida que redujera el frío de las plantas más subterráneas.
La ciudad cuenta con más de 50 pozos de ventilación y entrada de luz natural para garantizar el oxígeno con cada 55 metros de profundidad que podían ser tapados desde abajo con enormes ruedas de molino. También dispone de un sistema de pozos de agua y hasta la actualidad se han conservado instalaciones como hornos, iglesias, escuelas para los niños y bares.
Ciudad de Kaymakli
Kaymakli es una de las ciudades excavadas mejor conservadas. Data de la misma época de Derinkuyu e incluso se cree que estaban conectadas bajo tierra por una serie de túneles.
Su construcción la llevaron a cabo los frigios que poco a poco fueron cambiando su lengua por el griego y de hecho se han encontrado inscripciones en una de las grandes iglesias construidas bajo tierra.
Las cámaras de esta ciudad siguen el mismo esquema que otras ciudades subterráneas. En este caso, cuenta con ocho niveles pero sólo se pueden visitar cuatro, y acogió a unas 3.500 personas en su época de mayor esplendor.
Los pozos de ventilación crean una especie de sistema de aire acondicionado para controlar el aire y la temperatura de las viviendas mientras que se han encontrado establos en el primer nivel y zonas de almacenamiento para vasijas en varios pisos junto a las cocinas y los pozos para el agua.
Un aspecto muy curioso son las cámaras funerarias dentro de los muros de la ciudad que se utilizaban para enterrar a sus muertos y el sistema de cerramiento con enormes piedras que sólo se podían abrir desde dentro.
Consejos e información para visitarlas
Hay que tener en cuenta que algunos de los espacios que hay en las ciudades subterráneas de Capadocia son angostos y pueden resultar claustrofóbicos por lo que si padeces fobia a los espacios cerrados mejor no lo intentes. Si no, no te preocupes porque hay muchos lugares en los que descansar que son bastante amplios y también están ventilados. Eso sí, llega lo antes posible para no tener que hacer mucha cola.
En ambas ciudades están los recorridos marcados y lo aconsejable es no salirse estas rutas que son las que están aseguradas para evitar accidentes. Además, podemos ayudarnos con una linterna por si cruzamos zonas peor iluminadas y estar siempre muy atentos al camino.
Muchos de los lugares por los que se pasa en el recorrido tienen un suelo irregular o tienen filtraciones de agua por lo que se recomienda llevar un zapato bien sujeto y que evite que resbalemos.
Al estar bajo tierra, las salas de estas ciudades son bastante frescas y húmedas, por lo que hay que llevar una chaqueta incluso en verano para no coger frío y que la visita sea agradable.
Todos los guías insisten en que hay que cuidar esta maravilla Patrimonio de la Humanidad para que pueda ser visitada y disfrutada por las generaciones posteriores por lo que ruegan, encarecidamente, que no se escriba ni se grabe nada en sus paredes.