El Valle de Ihlara es de esos lugares espirituales donde se respira una paz especial. Durante siglos, fue habitado por monjes bizantinos que excavaron sus iglesias y sus viviendas. Se calcula que hasta 80.000 personas pudieron vivir aquí. Pero en el siglo XI todo se abandonó. Hoy es una ruta de trekking con paradas en 60 iglesias con sus pinturas.
Entorno y contexto natural
El Valle de Ihlara es un cañón de unos 14 kilómetros de largo y hasta 120 metros de profundidad sobre el río Melendiz Suyu que se ha ido formando por la actividad volcánica en la zona desde hace miles de años.
De hecho, se encuentra cerca del Monte Hasan y del Melendiz, dos de los tres volcanes que podemos encontrar en la zona de Capadocia, y cuenta con unos acantilados impresionantes. Muchos dicen que es el cañón más grande del mundo que ha sido habitado puesto que esta zona llegó a acoger a 80.000 personas.
En la orilla del río, la naturaleza parece abrupta pero pacífica a la vez y cuenta con varias rutas para recorrerlo andando siempre siguiendo las decenas de curvas que va provocando el Melendiz Suyu y que desemboca en las 60 iglesias cristianas que se conservan excavadas en la roca.
La situación natural de este valle hace que tenga unas características climáticas más cercanas al Mediterráneo que al clima continental, que es el propio del resto de la zona.
Cómo llegar
Se puede llegar en coche o en un tour hasta el inicio del valle, en la ciudad de Ihlara, aunque a lo largo de sus 14 kilómetros cuenta con diferentes puntos de acceso. El más popular está situado a unos cuatro kilómetros del principio de la ruta y cuenta con una increíble escalera de 350 escalones hasta llegar a las orillas del río Melendiz.
Las vistas desde estos escalones son impresionantes.
Antes también podemos acceder al valle desde una entrada en el pueblo de Ihlara y después encontramos otros dos puntos de inicio de la ruta: en la localidad de Belisirma, justo hacia la mitad del recorrido, en el kilómetro 7, y que permite aparcar sin problema el coche, y la última es desde el Monasterio de Selime.
Qué podrás ver en tu visita
La ruta por el valle permite entrar y salir de decenas de iglesias cristianas donde poder observar bellos frescos bizantinos. Sin embargo, lamentablemente, hay algunos templos que están en muy mal estado por lo que destacamos los puntos más importantes que no te puedes perder en el recorrido.
La Kokar Kilise o la Iglesia maloliente está en la primera parte de la ruta. Su entrada está en parte bloqueada por el deslizamiento de tierra, pero se puede visitar el ábside en ruinas en su interior. Cuenta con muchos frescos del Nuevo Testamento como La Anunciación, La Natividad o escenas de la Adoración de los Magos. También hay otros de la Pasión de Cristo como su Última Cena o la Crucifixión.
Otro de los templos más llamativos es el conocido como la Iglesia con terrazas, situada a unos 100 metros de la anterior y que incluye igualmente un cuarto fúnebre. Sus frescos pertenecen a la época arcaica y se muestran más libres y llenos de detalles que los posteriores.
La Iglesia bajo los árboles o de Daniel, llamada así por una de sus pinturas más importantes, es una de las más diferentes del valle. Se entra por un arco en ruinas y cuenta con una decoración en flores y patrones de tablero de ajedrez. Tampoco su planta es en cruz griega, como la mayoría de las bizantinas, y destaca por el fresco de Daniel en la guarida del león, como decíamos, y la escena de la dormición de la Virgen, la única en toda Capadocia con este motivo.
Rutas en la zona
Hay muchas rutas que parten del valle, pero la principal es la que recorre los 14 kilómetros desde Ihlara hasta Selime por la ribera del río. Se trata de una excursión de trekking muy fácil y accesible para todos que tiene sus paradas para disfrutar de las iglesias o de las vistas.
Las características climatológicas del valle lo acercan más a una zona mediterránea por lo que podemos recorrer viñedos y plantas de pistacho, uno de los cultivos más importantes. También hay álamos que guardan una fauna rica en lagartos, mariposas y hasta águilas que sobrevuelan desde los acantilados.
Entre las 26 curvas que va formando el río en este valle, también se ven rebaños de corderos y ovejas pastando que ayudan a crear una sensación de paz muy agradable en todo el camino.