Los principales monumentos de una ciudad suelen situarse a pie de calle y salen al encuentro cuando vas paseando. Sin embargo, en algunas ocasiones las construcciones más bellas están algo más ocultas y hay que realizar un trayecto subterráneo para descubrirlas.

Este es el caso de la maravillosa Cisterna de Estambul, una de las 60 antiguas cisternas que se sitúan bajo el suelo de la ciudad. Se edificaron durante la época bizantina, para contar con reservas de agua en caso de que la urbe fuera atacada. Es una de las joyas fundamentales que debes conocer durante tu viaje: la luz tenue, las columnas y el misterio que envuelve a la cisterna te transportarán a otro mundo. Vamos a descender juntos para conocerla con todo detalle.

La Cisterna de Estambul, historia de un palacio sumergido

Esta obra también se conoce como ‘Palacio sumergido’, por lo que nuestra imaginación ya presiente que no vamos a ver una simple cisterna para almacenar agua. Otra de sus denominaciones es Cisterna Basílica, pues se construyó en el lugar que antes había ocupado, precisamente, una basílica.

 

 

Una de las principales maneras que había de traer agua a Estambul era a través del acueducto de Valente, que la transportaba desde el bosque de Belgrado hasta la fuente monumental. Un asedio o un ataque que destruyera dicho acueducto dejaba a la ciudad en un estado muy vulnerable.

Por ello, el emperador bizantino Justiniano I tomó la decisión de construir una serie de cisternas donde acumular el agua de lluvia para contar con reservas. La Cisterna Basílica fue la de mayor tamaño y características más espectaculares.

Cisterna de Estambul
Cisterna de Estambul

En pocos meses, durante el año 532, la cisterna estaba terminada. Sirvió para proveer de agua al desaparecido Gran Palacio de Constantinopla y otros edificios importantes de la zona. Al Palacio de Topkapi también lo abastecía para regar los jardines hasta la conquista otomana en 1453, ya que estos últimos preferían el agua corriente a la almacenada.

Fue el investigador holandés Gyllus el que descubrió la cisterna a mediados del siglo XVI. Al leer algunas de las historias de los vecinos, asegurando que en algunas casas había pozos de agua, este viajero logró dar con unas escaleras por las que se accedía hasta la misma. Publicó su estudio sobre la cisterna en sus cuadernos de viajes.

Tras ser utilizada durante el siglo XIX como un almacén de madera, en la década de 1980 se restauró para adaptar el espacio a las visitas turísticas, dado el alto grado de interés y belleza con el que cuenta la cisterna. El primer día de apertura al público fue en 9 de septiembre de 1987.

Curiosidades sobre la Cisterna de Estambul

Una vez que te sumerges en la atmósfera de la cisterna, realmente parece que has cruzado una puerta hacia un universo diferente. El ritmo y el bullicio constante de las calles de Estambul se convierten aquí en un remanso de paz y silencio, totalmente aislado. Son muchas las peculiaridades que rodean a este monumento imprescindible, así que tómate tu tiempo para que no te pierdas ningún detalle.

Cisterna de Estambul
Cisterna de Estambul
  • Un tamaño colosal. La cisterna tiene aproximadamente el tamaño de una catedral, unos 140 metros de largo por 65 de ancho. Según cuentan podía almacenar hasta 100.000 metros cúbicos de agua, lo que nos da una idea de su colosal capacidad.
  • Columnas variadas. Lo primero que llamará tu atención son las 336 columnas de mármol que sustentan el techo, casi formando un magnífico bosque. Tienen unos 9 metros de altura y se disponen en 12 filas de 28 columnas cada una. Los estilos de los capiteles son de lo más variado, ya que se reutilizaron de otros monumentos y estructuras. El jónico y el corintio son los órdenes más comunes, aunque también podemos observar algunos dóricos.
  • Una cabeza de Medusa. De estas 336 columnas, las más famosas son las dos que tienen como base una cabeza de Medusa. En la mitología griega, Medusa era una de las tres gorgonas, un monstruo con serpientes como cabello y que convertía en piedra a quien la mirara. El origen de estas dos cabezas es totalmente desconocido, pero la leyenda cuenta que se colocaron boca abajo para conseguir anular los poderes de su mirada. La teoría más aceptada es que son del último período romano y se trajeron de otro edificio.
  • Las pasarelas. Están colocadas encima del agua para recorrer la cisterna por completo. Estas se colocaron a finales del siglo XX, por lo que anteriormente la visita había que hacerla en barca.
  • Escenario de películas. La magnífica obra de ingeniería que supone la Cisterna de Estambul ha servido incluso como escenario cinematográfico. En la película Desde Rusia con amor se convirtió en una de las localizaciones. Más recientemente pudimos ver a Tom Hanks durante el intenso final de Inferno, la novela de Dan Brown, en el interior de este espacio.

Las suaves luces rojizas dan un toque mágico a este precioso lugar, con una acústica tan especial que se usa como escenario de conciertos de música. En la entrada también encontrarás un pequeño restaurante con una terraza y cuando acabes tu visita puedes pasar por la tienda de recuerdos. Ten preparada tu cámara porque no querrás dejar de hacer fotografías.