A orillas del Cuerno de Oro, en el extremo sur del Puente de Gálata, la Mezquita Nueva de Estambul nos anuncia que hemos llegado al centro histórico de la ciudad, el actual distrito de Fatih. Fue producto de la iniciativa de dos mujeres, ambas esposas o madres del sultán de turno. De la primera de ellas tomó su nombre de Yeni Valide Sultan Camii, la Nueva Mezquita de la Sultana Madre.

La Mezquita Nueva nació durante el período de máxima expansión y esplendor del Imperio Otomano. Su arquitecto siguió las ideas del gran ingeniero y máximo exponente de la arquitectura clásica otomana: Mimar Sinan. Él fue el que aunó los diversos estilos o escuelas del imperio, fundiéndolos con influencias de otras culturas como la bizantina, en edificios colosales y esplendorosos, que aprovechasen la luz y transmitiesen opulencia. Edificios como la Mezquita Sehzade del mismo Sinan o la Mezquita Azul, de otro de sus discípulos, sirvieron como inspiración a la Mezquita Nueva.

Como parte de un complejo o Külliye, la Mezquita Nueva también contaba con un vasto patio porticado y una fuente para las abluciones. Además, tenía originalmente un hospital, una escuela, un palacio y, por supuesto, un mausoleo con las tumbas de varios sultanes y miembros de su corte.

 

 

Historia de la Mezquita Nueva: un proyecto casi olvidado

El primer proyecto para construir la Nueva Mezquita data de 1597. Fue entonces cuando la Sultana Safiye, esposa de Murad III y madre de Mehmed III, encargó levantar el edificio al arquitecto Davut Ağa, discípulo del legendario Sinan. La Sultana Madre decidió además construirlo en el barrio judío. Con ello buscaba extender la influencia del Islam entre los miembros de esta cultura. Para ello tuvo además que destruir algunos edificios en el barrio, la única manera de instalar el enorme complejo. En opinión de muchos, esto no fue más que una excusa para hacerse con algunas de sus propiedades.

mezquita nueva
Mezquita Nueva

La Mezquita Nueva, no obstante, no llegaría a terminarse. Mientras que la población estaba descontenta por el elevado coste y por su apartada ubicación, los jenízaros –las tropas de élite del Imperio Otomano y el primer ejército permanente de la era moderna– veían con preocupación la influencia de Safiye en los asuntos del imperio. A la muerte de su hijo, Safiye era recluida en el Antiguo Palacio (Eski Saray) y el nuevo sultán, Ahmed I, decidió abandonar las obras de construcción. Tenía en mente un proyecto todavía más ambicioso, por el cual sería recordado: la Mezquita Azul.

A partir de este momento, la Mezquita Nueva (o lo que de ella se había construido) empieza una lenta decadencia. Sumida en el abandono a partir de 1603, su estructura no soportaría el Gran Incendio de Estambul de 1660. Tras el fuego, el arquitecto imperial Mustafa Ağa fue el que propuso a la madre del sultán Mehmed IV que terminase la obra de su antecesora, mostrando al cielo un gesto de devoción. Sólo así podría subir algo la moral de una ciudad casi destruida. Y de nuevo una mujer, la Madre Sultana Turhan Hatice, sería la encargada de darle vida a la Mezquita Nueva.

Por fin, en 1663, el templo se terminó, siendo conocido a partir de entonces como la Nueva Mezquita de la Madre Sultana (Yeni Valide Sulan Camii), su nombre completo. Fue la primera mezquita imperial encargada por una mujer. En este caso, dos, separadas entre sí por casi medio siglo. Posteriormente, este período sería conocido como el Sultanato de las Mujeres por la creciente implicación de éstas en el gobierno del imperio. Turhan Hatice fue la encargada de cerrar esos casi cien años de profunda influencia femenina en la historia del Islam.

Mezquita nueva
Mezquita Nueva

Arquitectura, interior y mausoleo

La Mezquita Nueva, a orillas del Cuerno de Oro, sigue siendo una visión casi fantástica, rodeada de geométricos jardines y plazas. En su momento, a las afueras del corazón de Sultanhamet y de Estambul, hoy día goza de la afluencia de turistas y familias que vienen a disfrutar de sus parques y su entorno.

En su exterior destacan dos minaretes apuntando al cielo y, como en otros casos de la arquitectura bizantina y otomana, como en Santa Sofía o la Mezquita de Suleiman, la proliferación de cúpulas. Hasta 66 coronan la Mezquita de Safiye, de nuevo creciendo en tamaño por oleadas hasta llegar a la enorme cúpula central, de 36 metros de altura. En este caso, cuatro semicúpulas rodean sus laterales ayudando a aligerar su peso. Davut Ağa decidió seguir aquí las ideas de su maestro Sinan. En su idea de la arquitectura otomana quería espacios abiertos, no interrumpidos por columnas ni otros elementos similares como en Santa Sofía.

Lo primero que atravesaremos al entrar en la Mezquita Nueva será su patio porticado, el espacio dedicado a las abluciones. Como en muchas otras culturas, incluida la cristiana y su tradición del bautismo, el agua para los musulmanes fue un elemento de purificación, el líquido más esencial de todos. Y éste era el lugar donde purificar su cuerpo antes de rezar sus plegarias. Una fuente octogonal de arcos rebajados, rematada con una cúpula, es por tanto lo que destaca en su centro. No obstante, ésta es ornamental, mientras que los grifos empleados ahora quedan en el muro sur de la mezquita. Este patio está, además, rodeado por un peristilo de elegantes arcos ligeramente apuntados, cubiertos por bóvedas rematadas en cúpulas.

Debajo del porche de entrada, veremos la fachada de la Mezquita Nueva adornada con las cerámicas de Iznik usadas por el Sultán Ahmed I en su Mezquita Azul, las mismas a las que debe su particular color. Una vez atravesemos las puertas, de nuevo el cielo de las cúpulas, como en tantas ocasiones en las mezquitas de la ciudad, formará para nosotros un espacio que parece mezclar lo mágico con lo espiritual, lo solemne y religioso con la fantasía en la decoración.

El Külliye o complejo del que forma parte la Mezquita Nueva y que completa la obra fue diseñado a petición de la Sultana Turhan Hanice, que decidió añadir al conjunto un hospital, una escuela y un palacio. Además, aquí instaló un mausoleo con las tumbas de su hijo Mehmed IV y de ella misma, a las que posteriormente se les agregarían las de otros cinco sultanes. Este mausoleo es, junto con otros como el de la Mezquita de Fatih o la Mezquita de Suleiman, de los más importantes de la ciudad.

El Bazar de las Especias, en el mismo complejo de la mezquita

El Bazar de las Especias que forma parte del Külliye de la Mezquita Nueva nos ofrece la oportunidad de sentir el ajetreo, el perfume exótico y el colorido de los mercados orientales. Aquí encontraremos productos típicos como el Pul Biber (el chile picante turco o de Alepo), la planta de cártamo o alazor, el sumac o zumaque (una especia agria y afrutada, sustitutiva del limón y con propiedades antioxidantes) y el azafrán turco, entre otros.

El Bazar de las Especias es accesible a través seis entradas diferentes, situándose en el costado de la Mezquita Nueva que queda opuesto al Cuerno de Oro, formando una L en uno de sus laterales. Dentro tenemos más de 85 tiendas especializadas no sólo en la venta de especias, sino también de dulces, joyería, frutos secos, productos típicos de la tierra o souvenirs y artesanía. En definitiva, un lugar en el que conectar con la tradición y gastronomía de la ciudad. Caminando por sus galerías, debajo del techo abovedado y levemente apuntado, es fácil imaginar el esplendor y el lujo con el que en su momento la Sultana Turhan Hanice quiso rodear a los ciudadanos del imperio. La mezcla del olor de las especias y plantas aromáticas, el contraste de los intensos colores de sus productos, el bullicio… todo forma parte de una atmósfera especial.

Piñones, cúrcuma, azafrán turco y de Irán (el de mejor calidad), tés, canela, alholva… les aconsejamos que exploren y busquen las mejores ofertas, pues aunque los precios son ligeramente superiores a los de las tiendas tradicionales, la calidad es excelente y siempre se puede regatear o buscar un buen trato. Si prefieren resistir la tentación de comprar, el Bazar de las Especias sigue siendo una visita casi obligada para los que se acercan hasta la Nueva Mezquita. Una experiencia para los sentidos, y una manera diferente de apreciar el encanto oriental de estos mercados.