Las características geográficas de Estambul son de lo más particulares. Una de ellas es su ubicación en el Cuerno de Oro, el estuario a la verada del Bósforo que divide la urbe en dos partes. Este excepcional lugar forma un puerto natural que ha protegido a lo largo de los siglos a griegos, bizantinos y otomanos. El mismo Leonardo da Vinci esbozó en 1502 un puente que cruzaba el Cuerno de Oro, aunque este nunca llegase a construirse.
Los puentes que existen sobre el Cuerno de Oro resultan esenciales para unir las dos zonas. Entre ellos, el Puente de Gálata es quizás el más mítico de la ciudad. Mucho más allá de ser un mero elemento de ingeniería civil, representa una conexión única entre el casco antiguo de Estambul y la ciudad moderna.
Puente de Gálata, historia e influencia
Con la caída de Constantinopla y la llegada del Imperio Otomano, a mediados del siglo XV, Estambul empieza a transformarse poco a poco. Uno de los proyectos más ambiciosos para modernizar la ciudad llegó al levantar la estructura de un primer Puente de Gálata en 1846. Era una pasarela de madera que unía los dos principales barrios comerciales de Eminönü y Karaköy.
El Barrio de Karaköy, también conocido como Gálata, pertenece al distrito de Beyoglü. Esta siempre ha sido la zona europea de Estambul, donde se asentaban los genoveses y los venecianos, haciendo crecer los negocios en esta parte. Este primer puente fue sustituido en 1863 por otro en el mismo lugar. Se levantó para intentar impresionar a Napoleón en su visita a la urbe, ciudad de la que afirmó “si la tierra fuese un solo estado, Estambul sería su capital”.
En 1912 el Puente de Gálata adquirió parte de su imagen actual, con un nivel inferior lleno de tabernas y cafeterías. Convertido en un motivo de inspiración para los viajeros románticos, la gente no solo lo usaba para cruzar de un lado a otro. Era un espacio de encuentro que unía diferentes culturas.
A lo largo del siglo XX, la urbe siguió creciendo y cambiando, mientras que el Puente de Gálata permanecía inmutable al paso del tiempo. Su última remodelación tuvo lugar en 1994, después de sufrir un incendio. Hoy en día, a pesar de ser una construcción que no destaca por su estética, este elemento de enlace tan necesario simboliza la diversidad de Estambul.
El Puente de Gálata en la actualidad
La obra que puedes contemplar en la actualidad es la que se reconstruyó a finales del siglo XX. A diferencia de otros puentes que únicamente cumplen con su función de nexo, el Gálata es una pequeña ciudad viva en sí mismo, con una longitud de 490 metros y un tramo levadizo para que crucen los barcos.
Se trata de un puente habitable. Puede que el nivel superior parezca un poco engañoso a primera vista, ya que cuenta con seis carriles de coches, dos líneas de tranvía y una acera peatonal a cada lado. Sin embargo, cuando te vas acercando hasta el mismo, un gran número de gente pescando en las vallas del puente forman una de las postales más típicas de Estambul. Esta imagen la inmortalizó en más de una ocasión el fotógrafo Ara Güler, uno de los artistas turcos más célebres.
Es en el nivel inferior del Puente de Gálata donde se descubre su verdadero universo. Aquí se forma una segunda calle con aceras llenas de terrazas, cafés y restaurantes. Esta parte permite ir caminando prácticamente junto al nivel del agua. Bajo el puente, el ritmo frenético de los barcos y los transbordadores que entran en el Cuerno de Oro no cesa nunca.
Mientras los ciudadanos pescan en la parte más alta, los restaurantes sirven los pescados más frescos de la ciudad en la parte baja. La energía que se respira en el Puente de Gálata es contagiosa. Se trata de toda una experiencia abandonar el casco antiguo de Eminönü para llegar hasta el ambiente hipster y contemporáneo de Karaköy. No pierdas la oportunidad de caminar por uno de los puentes más transitados de Estambul, con unas vistas increíbles del Bósforo y con un encanto muy especial durante el atardecer o por la noche.
Otros puentes en Estambul
La situación geográfica de ‘la Perla del Bósforo’ permite que la crucen varios puentes, además del de Gálata, para comunicar sus orillas. El movimiento diario de millones de personas resulta mucho más fluido gracias a la eficacia de los puentes en Estambul.
- Uno de los más destacados es el Puente del Bósforo, un puente colgante que une la parte asiática y la parte europea de la ciudad, atravesando el estrecho. Con una longitud de 1.074 metros, cuenta con un total de seis carriles para coches, tres para cada sentido. Se inauguró en el año 1973.
- El Puente de Fatih Sultan Mehmet, también conocido como Segundo Puente del Bósforo, es otra de las construcciones colgantes que unen las zonas europea y asiática de la antigua capital turca. Situado a 5 kilómetros del Puente del Bósforo, está destinado a vehículos pesados y mide un total de 1.510 metros.
- Otro de los puentes que cruza el Cuerno de Oro, al igual que el de Gálata, es el Puente de Atatürk. Conecta los distritos de Unkapani y Azapkapi, y el primero se construyó en 1836. El actual (que ya es el cuarto) se levantó casi un siglo después, en 1940. Es de hormigón y mide 477 metros de largo.
En Estambul también se encuentra el Puente Yavuz Sultan Selim, el puente colgante más alto del mundo, el Golden Horn Metro, para el paso de transporte público, o el Puente Haliç, entre otros.
Qué puedes ver cerca del Puente de Gálata
Los alrededores del Puente de Gálata cuentan con algunos de los mayores atractivos de la urbe. Desde el acceso de Eminönü tenemos varias visitas indispensables que no te puedes perder en un viaje a Estambul. El colorido Bazar de las Especias, todo un espectáculo para los sentidos, está a poco más de 300 metros del puente. La Mezquita Nueva también está a pocos pasos, mientras que la Mezquita de Suleiman se encuentra a poco menos de un kilómetro.
Tras cruzar el Puente de Gálata, recorriendo sus cafés y restaurantes en un paseo amenizado por la música ambulante, llegarás al barrio de Karaköy, donde el ambiente europeo está mucho más presente. Una de las joyas de esta zona es la Torre de Gálata, a unos 600 metros del puente. Es una de las torres más antiguas del mundo, construida por los genoveses, y brinda unas panorámicas impagables.
Cerca está también la Avenida de Istiklal, una de las más reconocidas de la ciudad, llena de boutiques, galerías de arte o clubes con música en directo, ideal para pasar una entretenida velada. Esta avenida se extiende hasta la famosa Plaza Taksim, el auténtico corazón del Estambul más moderno. Sube a uno de los llamados “tranvías nostálgicos” y llega hasta esta turística plaza para culminar un día redondo en la ciudad.