10 cosas que hacer y conocer en tu viaje a Guatemala

Abarcar Guatemala en un viaje de un par de semana es complicado dado la riqueza del país. Ignorado por muchos hasta el momento, acumula tantos atractivos que el tiempo obliga a escoger, quedarse con lo que a uno más le atrae y dejar para una siguiente vez el resto, algo que siempre hay que hacer sea cual sea el destino. Su historia, su naturaleza viva y salvaje, los sabores de su gastronomía o su gente son motivos suficientes para querer volar a este trocito de Centroamérica.

¿Qué sabes de Guatemala? Con estos 10 puntos te acercarás un poco más al país de tus próximas vacaciones:

El castellano es la lengua oficial del país, sin embargo, según donde vayas no será tan fácil comunicarte, al menos con el lenguaje oral. En diciembre de 1996 se firmaron los Acuerdos de Paz, a través de los cuales el estado reconocía los idiomas mayenses, más de 20 lenguas indígenas de las cuales algunas soo se hablan en una población. En esta mezcla está la riqueza, ¡y en el lenguaje de signos tu capacidad para no pasar hambre!

Al norte del país, y en la frontera con México y Belice, la selva maya es, desde hace casi 30 años, reserva de la Biosfera. ¿Por qué se caracteriza? Por ejemplo, porque hay más de 3.000 especies de plantas, 327 de reptiles y anfibios o 220 de peces de agua dulce. Entre toda esta naturaleza con grandes extensiones de bosque se esconden también ruinas precolombinas, algo que hace de este lugar un sitio único.

Sin rodeos: Tikal es una maravilla. En mitad de un parque nacional, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1979, se levanta un santuario y centro ceremonial abandonado por los mayas. Recubierto por selva hasta que fue descubierto por casualidad por un local -exactamente igual que pasó con los Guerreros de Xian en China- sus 16 km² son un lugar mágico que merece una vista sin prisas.

¿Agua caliente en un río? Sí, en Guatemala es posible. La cascada Finca El Paraíso, ubicada en el lago Izabal, al este del país, se ha convertido en una especie de sauna natural en la que uno hasta puede relajarse. El entorno es agradable y accesible, así que haz un hueco en tu agenda y añade esta experiencia wellness.

Se llama Atitlán, y este regalo de la naturaleza es un festival para los sentidos. De origen volcánico, sus aguas están en calma. Es uno de los lugares más visitados del país, pero es que tanto sus habitantes como los pueblos que lo rodean, todos con nombres de santos, merecen unos días. No hay mejor manera para conocer una cultura que a través de sus gentes, lengua, gastronomía…

Acostumbrados a las playas de arena blanca del Caribe, encontrarnos con una mucho más oscura es casi una atracción. Tan bella como las anteriores, en Monterrico, además de tomar el sol sobre granos negros, sus olas animan a practicar surf. Por supuesto, hablamos de una Reserva Natural, y además de playa tiene manglares y ríos con una fauna diversa. Entre sus especies destaca el caimán, la iguana y tortugas.

Descubiertas hace más de un siglo por un jornalero, en la región de Quetzaltenango se encuentra uno de los balnearios más bonitos, casi del mundo, ya que a uno le da la sensación de caminar entre las nubes. Las fuentes georginas, como se conoce el lugar, está formado por siete piscinas de aguas termales con beneficios para la salud. Además de darte un baño relajante rodeado de vegetación, se pueden alquilar cabañas para pasar la noche. Un dato: no hay televisión y la luz la cortan a las 9 de la noche. Hace frío, por lo que lleva ropa de abrigo.

¿Alguna vez has visto un volcán en actividad? El de Pacaya, al sur de la Ciudad de Guatemala, es uno de los más activos de Centroamérica. Llegar hasta allí es relativamente sencillo a través de dos senderos y las vistas son memorables. Sus erupciones son habituales (una al año) y da señales de actividad casi todas las semanas.

Las fachadas barrocas dejan al visitante con la boca abierta una vez llega a Antigua. Una de las ciudades más antiguas de Centroamérica conserva su encanto a través de sus ruinas, colores y artesanos de jade que convierten estas piezas en joyas. Tómate tu tiempo para visitar sus iglesias, la plaza central, el arco de Santa Catalina del siglo XVII o incluso ver de cerca una plantación de café. Sobre todo, no tengas prisa.

Suena música caribeña de fondo y uno, sin querer, se anima nada más poner un pie aquí. Peculiar, diferente, con muy buen rollo, es un rincón muy auténtico en el que pasar el día, o incluso la noche. Prueba los platos locales y como dice el dicho “allí donde fueres, haz lo que vieres”. ¡Relax!