3 destinos a los que viajar antes de que se pongan de moda (de forma definitiva)

Hacer un viaje a Omán es lo más parecido a sumergirse en un oasis de maravillas ocultas y experiencias auténticas. Este país de la Península Arábiga, a menudo pasado por alto en las listas de deseos de viajes (todavía no es un destino de moda, pero tiempo al tiempo), ofrece una combinación única de historia, cultura, naturaleza y exclusividad que lo convierte en un destino imprescindible para los viajeros más curiosos. Así que, si Omán no estaba por ahora en tu lista, es hora de incluirlo.

Su capital, Mascate, es un destino que combina a la perfección la tradición y la modernidad, ofreciendo una experiencia única para aquellos que buscan explorar el encanto de Oriente Medio con un toque de estilo de vida exótico e inigualable. En este crisol de culturas lo antiguo se entrelaza con lo moderno de manera fascinante. Un punto que da buena cuenta de ello es el zoco de Mutrah, con sus callejones empedrados donde los coloridos y tradicionales puestos de especias y artesanías se mezclan con elegantes boutiques y animados cafés con un toque cosmopolita.

La arquitectura de Mascate cuenta la historia de siglos pasados, con el majestuoso Palacio del Sultán y la Gran Mezquita del Sultán Qaboos como testigos de la fascinante historia de este destino. Cabe destacar la mezcla de diseño contemporáneo con elementos arquitectónicos islámicos, creando un paisaje urbano único que atrae tanto a los amantes de la historia como a instagramers en busca de la foto (o el selfi) perfecta.

La escena culinaria de Omán no se queda atrás. Desde los sabores exquisitos de la cocina omaní, con sus aromáticas especias y platos tradicionales, hasta los restaurantes de alta cocina que fusionan la cocina local con influencias internacionales, esta ciudad es a su vez un destino gastronómico, sobre todo para aquellos en busca de nuevos sabores y experiencias gastro. 

¿En busca de momentos de paz y naturaleza? Omán es también conocido por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, así como por su cadena de montañas, con mil opciones para los aficionados al senderismo. Ya sea paseando por el Paseo Marítimo de Corniche o disfrutando de un día de buceo en las aguas del Golfo de Omán, será fácil dejarte sorprender por este país.

Este pequeño paraíso mediterráneo cautiva con su encanto histórico, su belleza natural y un estilo de vida vibrante. Ubicada en el corazón del mar Mediterráneo, esta isla nos sumerge en una experiencia única y local, con opciones de ocio para todos los gustos.

La joya de la corona maltesa es su capital, La Valeta, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pasear por sus estrechas calles empedradas es como viajar en el tiempo, con imponentes fortificaciones, elegantes palacios y plazas con mucho encanto. La majestuosa Concatedral de San Juan, con su impresionante interior barroco y obras maestras de Caravaggio, es un testimonio de la rica herencia artística de Malta, una ciudad en cuya decadencia reside gran parte de su encanto.

El encanto histórico se extiende más allá de La Valeta. Mdina, la antigua capital, conocida como la "Ciudad del Silencio", parece salida un cuento de hadas, con sus calles estrechas y unas vistas que imponen. Apunta a tu ruta los templos megalíticos Hagar Qim y Mnajdra, salgunos de los más antiguos del mundo.

Malta es también un destino perfecto para disfrutar del mar. La Valeta cuenta con bonitas playas como Pretty Bay, aunque las mejores se encuentran al norte de la isla. La Laguna Azul en Comino es una de las más conocidas, por sus aguas de color turquesa y por su proximidad a la cueva de Santa María. Y si buscas tranquilidad, la isla de Gozo, con sus acantilados dramáticos y calas escondidas, será tu paraíso particular. Sin duda, Malta apunta a convertirse en el próximo destino de moda. 

La escena gastronómica maltesa está altamente ligada a los productos del mar. En La Valeta es fácil encontrar restaurantes que ofrecen delicias como lampuki (pez de temporada), fenkata (conejo estofado) o pastizzi (empanadas rellenas), todo ello acompañado de ricos vinos malteses y la característica amabilidad de los lugareños.

Escaparse a Funchal, la pintoresca capital de Madeira, es trasladarse a un paraíso que combina a la perfección la elegancia europea con el encanto tropical. Esta ciudad portuguesa, anclada en la costa atlántica, ofrece una experiencia de viaje completa y llena de buena vibra.

Funchal es famosa por su vibrante vida cultural, así como por su envidiable clima templado durante todo el año. Es también conocida por sus cuidados y bellos jardines tropicales, siendo los Jardines Botánicos la joya de la corona de todos ellos, y desde donde se obtienen unas increíbles vistas de la ciudad. Todo un festín visual para los amantes de la naturaleza.

El Mercado dos Lavradores es otro punto imperdible en tu visita a Funchal, donde los colores y aromas de frutas tropicales como el maracuyá y la piña se mezclan con productos típicos de aquí como el espetada (brocheta de carne) y el bolo de caco (pan plano tradicional). Sin duda, una parada obligatoria para si quieres explorar en primera persona los sabores de Madeira.

El puerto de Funchal es probablemente el lugar más pintoresco y singular de Funchal. Lo mejor para conocerlo es darse un paseo por la Avenida do Mar, disfrutando de la brisa marina y explorando las tiendas locales de artesanía madeirense. En el casco antiguo, lo ideal es dejarse llevar por el entramado de calles, contemplando a nuestro paso edificios y placitas llenos de historia.

Pero Funchal no solo es un destino para los amantes de la cultura y la historia, sino también para aquellos que buscan emociones. La freguesia del Monte, accesible a través del teleférico, ofrece una vista impresionante de la ciudad y es el punto de partida para el emocionante descenso en trineo de mimbre hasta Livramento. ¿Te atreves?