Cinco destinos zen para desconectar y volver al equilibrio
Te descubrimos los rincones más zen del globo, destinos que son auténtico bálsamo para los sentidos, capaces de sumergirnos en un estado de sosiego permanente y donde recuperar el equilibrio y decir adiós al estrés. Por Rocío Navarro
Viajar tiene un efecto terapéutico, el simple hecho de enfrentarse a una aventura es un empujón para las endorfinas, las hormonas del bienestar. En un mundo donde el estrés y la fatiga se han convertido en la norma, preservar el equilibrio es básico para sortear el peaje de la vida cotidiana y ponerse en ruta hacia un destino bien elegido puede ayudar a liberarse de ese nuevo mal endémico.
Lugares que invitan a desconectar de los dispositivos móviles, a poner en stand by la productividad incesante y a, simplemente, disfrutar del momento pueden ayudar a recuperar el bienestar emocional. La realidad es que las cifras abruman, porque según el último Informe del Sistema Nacional de Salud, el 37 % de la población padece algún problema de salud mental y la ansiedad ha crecido un 34% en los dos últimos años. Hacemos las maletas hacia lugares que se rigen por la filosofía de la vida slow y permiten romper el vínculo con ajetreo diario y casi aseguran la vuelta al equilibrio. Descubrimos cinco destinos en los que el estrés no tiene visado.
Fuerteventura: la felicidad entre dunas
Dicen que Fuerteventura tiene un encanto magnético. En Corralejo, al norte, sus extensas dunas ofrecen un espectáculo visual de efecto casi marciano. Es posible atravesarlas en bicicleta y dejarse llevar por la quietud que abunda en un entorno salvaje dominado por arena y agua. Este particular escenario es bien de sobra conocido por los amantes del surf, quienes encuentran aquí no solo olas, sino también un refugio para perderse y desconectar del mundo porque hay puntos donde no llega la señal de móvil.
Vistas a la isla de Lobos desde Corralejo, en Fuerteventura
Pero Fuerteventura ofrece también otro tipo de terapia: la osmótica, que se consigue con los baños de sal. La Isla de Lobos, con sus aguas cristalinas y piscinas naturales, es el enclave perfecto para disfrutar de estos beneficios. Estos entornos salinos, gracias a su carga de iones negativos, favorecen la producción de serotonina, mejorando el estado de ánimo y la relajación. Además, reducen la inflamación y previenen infecciones.
Otro bálsamo contra el estrés que se disfruta en la isla es la visita a su volcán, el Calderón Hondo. Sin rastro de mundo civilizado en la zona, la subida a su cráter se verá recompensada con muchas escenas únicas para grabar en la retina y a las que recurrir cuando la rutina pese.
Vista aérea del cráter Calderón Hondo y alrededores, en Fuerteventura
Costa Rica: sentir la Pura Vida
Quienes buscan encontrarse y reconectar la esencia, tienen en Costa Rica un sueño cumplido. Su abundante capital natural y biodiversidad hacen de este país el destino ideal para unas vacaciones de relax. Es uno de los destinos preferidos por los amantes del yoga y la meditación que encuentran en Nosara un punto de peregrinaje. Este pueblo rodeado de arenas blancas de la Península de Nicoya es famoso por ser una de las Zonas Azules del Planeta, o lo que es igual, de las más longevas. Y según dicen los yoguis, en este lugar se recargan pilas porque tiene una energía especial. Algo, por otra parte, fácil de encontrar en Costa Rica, donde impera la Pura Vida, una filosofía que invita a disfrutar de los placeres de la vida sencilla, algo fácil cuando se visita un paraíso en la Tierra.
Puesta de sol en la playa de Nosara, Costa Rica
Hydra (Grecia): Kalimera bienstar
Según la ciencia, basta con observar un paisaje natural durante 40 segundos para que el cerebro entre en un estado de relajación y mejore la concentración. Imagínate su efecto cuando se convierte en la constante durante algunos días. Hydra, en la Argólida (Península del Peloponeso, Grecia) ofrece un escenario natural único alejado del ajetreo de otras islas vecinas. En este paraíso griego, la vida tiene una cadencia slow y ofrece un escenario siempre con vistas. No solo por el mar y la orografía, también su arquitectura tradicional y costumbres son parte de una experiencia en la que el tiempo parece moverse a un ritmo diferente.
La playa de Kamini, en Hydra, Grecia
Socializar con sus gentes es uno de los placeres sencillos de la isla y otra forma de elevar el bienestar. Los habitantes locales, conocidos como hydriotes, son famosos por su amabilidad y hospitalidad. Pasear por las plazas llenas de tabernas y sentarse a disfrutar de una conversación animada, ayuda a reducir preocupaciones y darle un empujón a la felicidad. En resumen, es una isla de belleza escénica para escapar del ajetreo y conectar con la vida sin pantalla de por medio.
Casitas en la localidad de Hydra, Grecia
Sri Lanka: inmersión salvaje
Parques naturales repletos de vida salvaje, playas en las que olvidarse de todo y hasta una montaña sagrada hacen de Sri Lanka una parada obligatoria para volver a la esencia. La ciencia ha demostrado que la exposición a entornos naturales (siempre que se garantice la seguridad) mejora la salud mental, reduciendo la ansiedad y mejorando el estado de ánimo general. Algo fácil si se visita el país asiático porque la vegetación natural de Sri Lanka cubre alrededor de un tercio de la superficie total de la isla.
Grupo de elefantes bañándose en el río de la selva de Sri Lanka
La ciencia ha demostrado que la exposición a entornos naturales mejora la salud mental, reduce la ansiedad y mejora el estado de ánimo
El país es, además, un punto de encuentro para amantes del senderismo con picos que alcanzan los 2000 metros de altura, como Adam's Peak, también conocido como Sri Pada, la montaña sagrada donde dicen que Buda dejó su huella. Por si hiciesen falta más razones para lanzarse a descubrirla, la isla se considera el país de los elefantes, por tener uno de los mayores orfanatos de paquidermos de toda Asia. En Sri Lanka la naturaleza se convierte en aliada invitando a quienes la visitan a sumergirse en su belleza y serenidad, mientras disfrutan de la riqueza de su vida silvestre en una experiencia transformadora.
Estupa budista en la cima de Adam's Peak, Sri Lanka
Omán: Buscar el nirvana en el medio oriente
Adentrarse en lo recóndito y vivir una aventura al estilo Laurence de Arabia es la medicina para quienes están conectados 24/7. En Omán resulta fácil porque el 80% de este país es desierto. En el de Wahiba Sands, por ejemplo, con kilómetros de dunas y mesetas rocosas la serenidad está garantizada. Un paraje de película con acantilados salpicados por palmeras y algún que otro oasis de aguas cristalinas. Este espectáculo, cobra todavía más fuerza al caer la noche, cuando se enciende la magia estelar abriendo un vínculo con lo infinito y lo trascendental.
De vuelta a la Tierra, se descubren algunos asentamientos dispersos por el desierto con antiguas fortalezas y pueblos tradicionales con que enriquecen los matices de la esta insólita visita a oriente. Incluso su capital está alejada del estilo de otras megalópolis árabes, en Mascate la vida se disfruta a escala humana sin rastro de rascacielos ni otras extravagancias contemporáneas. Aunque sus templos, desde los que se llama a la oración, son un ejemplo de la suntuosidad de la arquitectura islámica.
Dunas en el desierto Wahiba Sands, en Omán
La orografía de Omán sorprende por sus contrastes ya que su extenso paisaje desértico, se encuentra rodeado por agua, en concreto el Golfo Pérsico y el Mar de Arabia, y cuenta con grandes puntos de buceo para descubrir la calma desde el fondo marino.
Estos destinos son ejemplo de que viajar es mucho más que escaparse. Son lugares donde para descubrir otras sensaciones, conectar con otro ritmo y sentirse en armonía con el entorno natural. En cada uno de ellos, el estrés pierde presencia y deja espacio para la renovación del cuerpo, la mente y el espíritu. Tal cual se mueve el mundo, son mucho más que lugares de vacaciones; son espacios para sanar y transformarse.
Exterior de la Gran Mezquita del Sultán Qaboos en Mascate, Omán
La Firma invitada de Pin and Travel: Rocío Navarro
Rocío Navarro es una diseñadora de contenidos y periodista especializada en salud y bienestar. Ha publicado numerosos artículos en medios como La Vanguardia, GQ, SModa, El País, etc. En 2021 recibió el Premio Nacional de Periodismo del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid por su participación en la difusión de la psicología para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Rocío combina estas actividades con otros proyectos relacionados con wellness y yoga, práctica de la que es también profesora desde 2017.