Los ganadores del I Concurso de Microrrelatos Viajeros

Publicamos los relatos premiados en la primera edición del certamen de relatos organizado por Barceló Hotel Group y Editorial Planeta

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Presentamos los relatos ganadores de I Concurso de Microrrelatos Viajeros de Barceló Hotel Group en colaboración con Editorial Planeta. Una iniciativa con la que la cadena hotelera estrecha vínculos con la cultura en su afán por premiar el talento y la creatividad, y en la que en su primera edición han participado un total de 1054 microrrelatos, todos ellos siguiendo las premisas del concurso: presentar una extensión de 200 palabras como máximo y una temática ambientada en un hotel.

Los ganadores podrán disfrutar de estancias de 5 a 2 noches en hoteles Barceló y de packs de diez libros de Editorial Planeta. “Barcelo Hotel Group siempre se ha posicionado a favor del mundo de la cultura, y esta es una muestra más de nuestro interés por difundir el talento. Los hoteles siempre han sido lugares que inspiran y que se han situado en el centro de tramas de todo tipo, ya sea en novelas o en la pantalla. Qué mejor por ello que poner en marcha un concurso que vincule la escritura creativa con el siempre atractivo mundo de los hoteles, y premiar la imaginación del público con estancias para sus viajes y un lote con los últimos lanzamientos literarios”, explica Antonio Bauzá, Director de Márketing y Comunicación de Barceló Hotel Group.

Los hoteles siempre han sido lugares que inspiran y que se han servido de telón de fondo a todo tipo de tramas 

Tras una larga deliberación debida a la elevada participación, el jurado, compuesto por Antonio Bauza (Barceló Hotel Group), Amaya Ascunce, directora de la revista digital Elle.es; Máximo Huerta (escritor y periodista); y Zoa Caravaca (editora de Editorial Planeta), ha hecho público los cuatro primeros premios: Miguel Ángel Catalá (1er Premio), Gama Medina (2º Premio), Sarai Ayala (3er Premio), Laura Purroy (4º Premio) y Bárbara Peña; así como un Áccesit para Patricia Barrio. “Nos ha costado mucho decidir qué relatos premiar y cuáles no. Ha supuesto una responsabilidad más grande de lo que imaginábamos. Se perciben muchas ganas e intención en todos los relatos participantes, y no hay que olvidar que el microrrelato es uno de los ejercicios narrativos más complicados”, aseguran desde el jurado. "Además de la lectura y valoración de manuscritos que nos llegan a la editorial, nos gusta participar en este tipo de eventos porque nunca sabes dónde puede encontrarse el próximo best seller", apostilla Zoe Caravaca, de Editorial Planeta.

Os dejamos con los microrrelatos ganadores.

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Primer Premio: "En los hoteles se sueña distinto", de Miguel Ángel Catalá

En los hoteles se sueña distinto. No sé la razón. Presumo que tanta vida entre sus paredes hacen imposible una herencia distinta. Al fin y al cabo; somos la suma de todos los pasados, propios y ajenos, que hemos habitado, aún en nuestro imaginario. El alma es sólo el anfitrión impaciente de todo amor y deseo compartido.

En los hoteles se despierta distinto. Al menos yo. Incapaz siempre de reconocerme entre tanta paz. Ingrávida de historia, entre sábanas de mil y un hilos. Mullida entre almohadas y la armonía de mis sentidos. Sé que abrir los ojos puede convertirse en la manera más cruel de romper el hechizo. Y decido no abrirlos, aferrándome a la oscuridad de una mirada velada a la realidad. No.  No quiero abrir los ojos y poner en riesgo esta otra luz que, desde la ceguera, se muestra reveladora de verdades. Abrir los ojos significaría anticipar la derrota y

acostumbrarme a perder es la manera más injusta que he encontrado de traicionarme. No. No voy a abrir los ojos, por el momento. Anhelo la indiferencia del universo que provoca tanta conciencia de mí mismo.

Y, entonces, recuerdo que en los hoteles se desayuna mejor…

Segundo Premio: "Media botella", de Gema Medina

Desde la azotea del hotel aún podía oír la música Jazz que provenía del pasillo. Desde aquel lugar privilegiado podía observar toda la ciudad y ver el sol escondiéndose tímidamente. Le pareció un buen sitio para morir. Sacó de su mochila un par de botellas y se sentó sobre la baranda del edificio. El plan era sencillo: cuando hubiese bebido lo suficiente, perdería el conocimiento y caería al vacío. Fácil e indoloro. Comenzó a darle largos tragos a la botella.

Mientras pasaban los minutos, repasó uno a uno los acontecimientos que le habían llevado hasta ahí. Si Sara no se hubiera ido… No eran felices juntos, pero al menos no estaría solo. ¡Si no hubiera perdido su trabajo! Odiaba lo que hacía, pero al menos tendría algo que hacer. ¿Y si aún tuviera la amistad de Pedro? Le había fallado una y otra vez, pero… Se le empezó a nublar la vista.

Fue el cielo lo primero que vio cuando abrió los ojos. Se reincorporó y se sorprendió en el suelo de la azotea; había caído de espaldas. Levantó la botella, la cual estaba a medias, y se quedó mirándola. «¿Está medio vacía o medio llena?» pensó.

Tercer Premio: "Asesinato en la Habitación 525", de Sarai Ayala

Entró en la habitación de forma atropellada y tiró el arma sobre las sábanas deshechas.  Fue directo a la ventana, corrió las cortinas y se dejó caer sobre la cama con el rostro desencajado. «He matado a tu marido», confesó con voz nerviosa mientras se frotaba enérgicamente la cara con las manos manchadas.  

Dafne dejó el libro sobre la mesita y le sirvió una copa de vino. «Esto te calmará». Él no dudó en obedecer, como tantas otras veces, y se la bebió de un trago.  «Ven aquí», su amante alargó la mano para alcanzarla, pero ella se alejó dos pasos.  Empezó a sentirse mareado. Intentó levantarse y se desplomó en el suelo antes de que la puerta se cerrara.  

En la suite 525, la escritora dejó el ordenador y celebró el final de la novela.

Cuarto Premio: "Check out", de Laura Purroy

Pablo había pedido un taxi. Se sentó en el sillón más próximo a la ventana y esperó. Señor, su taxi ha llegado. Le informaron desde recepción. Cogió su maleta y se fue. Encima de la mesa dejó una nota. No he sido yo.

Quinto Premio: "Formulario impreciso", de Bárbara Peña

Tiene usted un nuevo mensaje en el buzón de entrada. Valore su estancia. Seleccione el motivo de su viaje. Ocio y vacaciones; trabajo y negocios. Pausa dramática. Mi opción no aparecía entre esas alternativas. Y la mía era igual de válida e importante. Yo reservé la mejor suite de aquel hotel de lujo para olvidar. Mejor dicho, para olvidarla. Escogí a consciencia y fríamente las mejores cuatro paredes del mundo para dormir expectativas y arrancar de cuajo esperanzas arraigadas. Un lugar de ensueño para no soñar. Un espacio cerrado para no dejar volar mi mente hasta su lado. Escogí borrar sus ojos azules eléctricos y tormentosos entre burbujas; a base de un jacuzzi caliente y un cava de minibar frío, casi helado.

Saboreé por unos minutos, en aquel buffet libre de ilusiones, cómo sería arrinconar en el olvido su pelo suave y desmesuradamente largo. Consulté con una de las cuatro almohadas de esa cama de un tamaño groseramente excesivo cómo sacar de mi cabeza aquellas mil doscientas siete pecas que recorrían su cuerpo.  Ella, las detestaba. A mí, me parecían un universo entero. Eliminé, frustrada, ese formulario impreciso; y a ella, aunque lo intenté, no conseguí borrarla. 

Áccesit: "14 horas", de Patricia Barrio

A veces toda una vida queda concentrada en 14 horas. Toda.
Y recuerdas el amanecer y un perfil, ese, perfilado a contraluz. Ya siempre.
Que pidió jamón y cenasteis con champán, unos huevos fritos. 
Las risas al separar aquella cama con dosel de la pared. 
El nombre del hotel, que aún repasas con tu índice en la tarjeta ajada, cuando dudas sobre si ocurrió.
La escultura con los cuerpos abrazados.
Cómo te miraba.
Los bombones. Su sonrisa cuando comiste el segundo.
No olvidas su respiración cuando se quedó dormido después de leerte un poema. Y de abrazarte. Te abrazó. Cuando dijiste de llamar para que recogieran los platos.
La música en la plaza, tus ojos tan azules.
Su “ojalá hubieras estado hoy”.
El pensar que nunca le habías visto tan guapo.
Tu propuesta al desayuno. Su carcajada.
Cada texto que leyó en voz alta antes de regalarte el libro. El temblor en la voz, sus casi lágrimas.
Supiste cada segundo que compusieron esas horas que sería uno de los casi 2/3 de día más bonitos de tu vida. 
Describa usted felicidad: ESO.
Sin duda hay instantes que justifican una existencia. 
Sucedió.
Era agosto.


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