Qué ver en Rabat en dos días y vivir la ciudad como un local más

Si estás pensando organizar una escapada a Marruecos, lee este artículo para saber todo lo que tienes que ver en Rabat en dos días si quieres sentirte parte de su comunidad, fuera de los clichés turísticos y en conexión permanente con su historia y legado.

La Medina de Rabat es un laberinto rebosante de historia, cultura y tradición que se despliega en el corazón de la capital de Marruecos. Sus callejuelas serpenteantes, sus construcciones encaladas y estrechos pasadizos revelan siglos de legado cultural y una vibrante vida comunitaria. Por ello, visitar esta parte no podía faltar en un itinerario de cosas que ver en Rabat en dos días.

Adentrarse en la Medina es sumergirse en un viaje en el tiempo. Sus alegres edificios en tonos blancos y azules evocan una sensación de autenticidad en cada esquina. Las antiguas murallas y las puertas históricas, como Bab el Had y Bab Oudaia, dan la bienvenida a los exploradores a la zona más animada de la ciudad, donde la mezcla de arquitectura tradicional y patrimonio religioso cuenta historias de fe, comunidad y arraigo a lo largo de los años.

Pero más allá de sus monumentos, la Medina es el mejor escaparate de la vida cotidiana en Rabat. Aquí, el ritmo tranquilo de la rutina diaria se mezcla con la hospitalidad de sus habitantes, ofreciendo una visión auténtica sobre cómo es la vida aquí. Aprovecha para sentarte en alguno de sus cafés escondidos para ver la vida pasar y sentirte un local más.

La Kasbah de los Oudaias, también conocida con la grafía Kasbah de Oudayas, es una de las grandes joyas históricas de la ciudad de Rabat. Esta antigua fortaleza encierra siglos de historia, cultura y arquitectura tradicional, ofreciendo a sus visitantes una experiencia altamente cautivadora que se entremezcla con la cálida hospitalidad de sus habitantes, quienes a menudo abren las puertas de sus casas para compartir con los viajeros la cultura y las tradiciones típicas del lugar.

Construido en el siglo XII por los almohades, este enclave histórico se encuentra en la desembocadura del río Bou Regreg y se distingue por sus calles empedradas, casas encaladas y tonos azules que juegan al contraste. Su laberinto de callejuelas conduce a numerosas plazas, jardines y miradores desde los que se obtienen unas bellísimas vistas del Atlántico. Entre sus puntos de interés, cabe destacar la impresionante Puerta de Bab Oudaia o la mezquita El Atiqa. Si tienes tiempo, dirígete al Museo de Oudayas, donde podrás descubrir un sinfín de artefactos históricos y conocer de cerca el fascinante legado marroquí. Sin duda, una de los imprescindibles que ver en Rabat en dos días.

Si queremos sumergirnos de lleno en la cultura local de Rabat una de las mejores cosas que puedes hacer es explorar sus zocos y mercados. Los zocos de Rabat ofrecen una experiencia de lo más auténtica, donde puedes no solo adquirir productos típicos marroquís, sino también asomarte de cerca a la vida cotidiana de sus habitantes. Aunque no son tan grandes o concurridos como los zocos de otras ciudades como Marrakech o Fez, los zocos de Rabat tienen su propio encanto y autenticidad.

En Rabat encontrarás una importante variedad de zocos dispersos por la ciudad, cada uno especializado en diferentes productos. El Zoco de la Medina es uno de los más conocidos y concurridos, formado por estrechas callejuelas llenas de tiendas que venden desde especias aromáticas, artesanías tradicionales, tejidos y ropa hasta cerámica o joyas.

Otro de los más conocidos es el Zoco de los Carpinteros, famoso por su artesanía en madera, ofreciendo una amplia gama de piezas talladas a mano y objetos de madera elaborados con todo tipo de detalles. También merece una visita el Zoco de los Herreros, donde se pueden encontrar una gran variedad de utensilios tradicionales de hierro forjado y artículos de metal.

La Necrópolis de Chellah es un sitio arqueológico ubicado a poco más de 10 minutos en coche desde Rabat. Este lugar posee una historia fascinante que se remonta a varios siglos atrás, con vestigios pertenecientes a los diferentes períodos y civilizaciones que ocuparon la región.

En sus inicios, Chellah fue una ciudad romana llamada "Sala Colonia". Más tarde, los almohades, una dinastía bereber, construyeron estructuras defensivas y mezquitas en el lugar. Sin embargo, después de un terremoto en el siglo XIV, la ciudad fue abandonada y se convirtió en una necrópolis. Se encuentra rodeado por murallas fortificadas y contiene ruinas de mezquitas, mausoleos, minaretes y otros restos arqueológicos que ofrecen una visión de la evolución arquitectónica y cultural a lo largo de los siglos en Marruecos.

Uno de los aspectos más impresionantes de la Necrópolis de Chellah es su exuberante jardín, adornado con árboles, plantas exóticas y estanques, propiciando una atmósfera tranquila y pintoresca en contraste con el origen histórico de este enclave.

Si bien Rabat no es tan famosa por sus playas como otras ciudades como Casablanca o Agadir, darnos una vuelta por su costa es una buena manera de sumergirnos por unas horas en un ambiente de lo más relajante, y disfrutar de un chapuzón si el tiempo acompaña.

La playa de Rabat más conocida es la playa de Temara, ubicada aproximadamente a 15-20 minutos en coche desde el centro de la ciudad. Esta playa ofrece un amplio tramo de arena dorada bordeada por el océano Atlántico, y es uno de los lugares más populares y concurridos por los residentes locales que buscan relajarse, tomar el sol o disfrutar de actividades acuáticas como surf o bodyboard.

Al igual que en otros puntos de Marruecos, la comida típica de Rabat es toda una experiencia sensorial que fusiona ingredientes frescos, especias aromáticas y técnicas culinarias tradicionales, brindando a los visitantes una inmersión auténtica en la gastronomía marroquí. Entre las delicias que te recomendamos probar en tu viaje a Rabat están el cuscús, el tajine (un plato elaborado con carnes, pescados y verduras cocidos a fuego lento en una olla especial de barro), la pastela (un hojaldre relleno con cebolla, carne de pollo, perejil y almendras), el zaalouk (una especie de pisto de berenjenas), la harira (la sopa tradicional del Magreb), sus dulces típicos con sésamo y, cómo no, el rico té verde marroquí con bien de azúcar.

Algo que ver en Rabat en dos días son dos de sus emblemas arquitectónicos: la Torre Hassan y el Mausoleo de Mohammed V. La Torre Hassan es un minarete cuya estructura sigue a día de hoy incompleta, pero que en sus orígenes estaba destinado a completar la mezquita más grande del mundo. Ordenada construir por el sultán almohade Yacub al-Mansur en el siglo XII, la torre es considerada una obra maestra de la arquitectura almohade, con un asombroso diseño geométrico y unas proporciones monumentales que destacan su importancia histórica y cultural. 

Por su parte, el Mausoleo de Mohammed V fue construido en honor al rey Mohammed V y es conocido por su elegante diseño de líneas depuradas, con una cúpula de color verde que contrasta con el mármol blanco que lo rodea. En su interior, se encuentran las tumbas de Mohammed V, su hijo Hassan II y el príncipe Mulay Abdellah.