¿Por qué a los famosos les gusta Riviera Nayarit?

Matt Damon, check. Hilary Duff, check. Eva Longoria, check. Kourtney Kardashian, check. Todos estos actores y celebrities han pasado algún momento de sus vacaciones en el mismo lugar. Y no es que hayan compartido una semana loca en un crucero noventero estilo  Vacaciones en el mar o hayan ido juntos a la boda de un amigo, no. Todos ellos, y otros más, han descubierto el otro México, el menos frecuentado por los turistas de medio mundo pero igual de paradisiaco y lujoso. A casi 2.500 kilómetros de Cancún o Playa del Carmen, y a unos 800 de Ciudad de México, Riviera Nayarit, en la costa oeste del país, se presenta como el nuevo place to be.

Los datos de este pedazo de tierra mexicana hablan por sí solos: más de 300 kilómetros de costa, 9 de cada 10 días luce el sol y, de media, el termómetro se para en los 25 grados. Desde Nuevo Vallarta, muy cerca del estado de Jalisco, hasta llegar a Boca de Tecapán, pegando a Sinaloa, la ruta es como un capricho sin límites para el viajero y sus sentidos. Hay playas, por supuesto, pero también manglares, humedales, ruinas arqueológicas, pueblos mágicos, parques naturales, especies animales que, con toda probabilidad, nunca hayas visto, sin olvidarnos de islas con mucho encanto.

La primera  de ellas, empezando por el sur, es Islas Marietas. Parque Nacional  y Reserva de la Biosfera de la UNESCO, tiene un acceso limitado, lo cual le suma un plus a la escapada. Deshabitadas, están formadas por dos islas de origen volcánico -la más redonda se llama Isla Redonda, y la más alargada, Isla Larga- que suman miles de años a su historia y a sus 1.300 hectáreas, donde entre otras aves en peligro de extinción está el peculiar Pájaro bobo de patas azules, que convive con centenares de especies marinas, mamíferos, reptiles… Además de por su fauna y flora, si por algo se conocen estas islas por la conocida Playa Escondida, cuya forma de cráter ha propiciado toda clase de leyendas a pesar de que su origen se debe únicamente a la erosión marina.

A escasos kilómetros de Playa de Guayabitos se encuentra otro enclave especial y del que no querrás salir, Isla Coral. También Reserva ecológica, debe su nombre a los arrecifes de coral que la rodean, por lo que es obligatorio hacer buceo, o como mínimo, snorkel. Fuera del agua disfrutarás de las tortugas, pelícanos, gaviotas… que pueblan la isla. Para los más aventureros con ganas de acampada, en el área natural protegida de Isla Isabel podrán pasar la noche, además de recorrer la isla en busca de animales exóticos, nadar y bucear en sus aguas turquesas o hacer excursiones al faro o a sus islotes. Está a 74 kilómetros del Muelle de San Blas y a 60 de las Islas Marías.

Para terminar el recorrido isleño, recala en la Isla de Mexcaltitán,  un pueblo mágico donde para muchos (la teoría no está al 100% confirmada) nació la mexicaneidad. Pequeña y deliciosa, la llaman La Venecia mexicana ya que en época de lluvias sus calles se convierten en canales y los coches son sustituidos por barcas. Tiene encanto y se come de vicio, por lo que no hay que pasarlo por alto.

La tierra firme de Riviera Nayarit tiene tantos atractivos como sus pequeñas islas y en San Pancho (oficialmente San Francisco) además de playa de arena fina con palmeras, uno se da de bruces con la cultura de la zona, pues allí está el Colectivo de San Pancho, una comunidad de arte independiente que promueve el trabajo artístico de los residentes. Tras pasear por sus calles empedradas de arquitectura típica mexicana y galerías, uno se puede animar a practicar polo, típico de la zona, coger olas o avistar ballenas. El pescado es el rey de su gastronomía.

La exclusividad, pero sobre todo el lujo, tienen otro nombre en Riviera Nayarit: Nuevo Vallarta. Entre campos de golf (El Tigre es uno de los más conocidos y reconocidos), puertos (Marina Nuevo Vallarta y Paradise Village) y restaurantes que poco tienen que ver con los chiringuitos de la playa (que nunca hay que desmerecer), se suceden, uno tras otro, resorts de cinco estrellas donde uno se puede llegar a cruzar con Damon o Longoria en el hall del hotel.

Con sólo 47 habitaciones, todas con vistas al Pacífico, y con servicio de conserje privado que hace que uno se sienta un auténtico privilegiado en el paraíso, el Royal Level at Occidental Nuevo Vallarta es sinónimo de lujo, pues sus exclusivos  servicios (muchos de ellos pensados para ir en familia) no merecen otro calificativo. Otra opción, también con cinco estrellas, es el hotel Occidental Nuevo Vallarta, junto a la zona comercial y de restaurantes. Más grande que el anterior (274 habitaciones), pero con las mismas vistas, tendrás la playa y sus atardeceres naranjas a tan sólo unos metros. Cuando necesites agua dulce en lugar de salitre, escoge en qué piscina con tumbonas y chiringuitos chapotear y pensar en el próximo destino.