Celebra Sant Jordi en Barcelona: homenaje a la leyenda el 23 de abril
Rinde tributo a la tradición Sant Jordi el 23 de abril. Sigue nuestros pasos para homenajear a la ciudad en esta ruta de los dragones de Barcelona.
Con un libro debajo del brazo y una flor en la solapa, deberíamos estar celebrando Sant Jordi como se merece. Dada la situación excepcional en la que vamos a vivir el Día del Libro 2020, aprovechamos para rendir un tributo digital al santo a la vez que te desvelamos algunos secretos de la ciudad que seguro no conocías. Sigue nuestros pasos y, como él, recorre todos los dragones de Barcelona en el Día del Libro. Atención, porque algunos, más que dragones, parecen camaleones y se mimetizan con los edificios donde viven.
Libros y rosas Sant Jordi: a la caza de dragones (en esta ruta por Barcelona)
Barcelona está llena de ellos: escamas, largas colas terminadas en punta y grandes fauces con dientes afilados de las que salen bocanadas de fuego… Enteros o por partes. Con garras de león y alas de águila. De hierro, de piedra o de azulejos de colores, los dragones aparecen por sorpresa en muchos rincones de la Ciudad Condal. Tanto, que hasta hay rutas turísticas cuyo objetivo es descubrirlos uno a uno. Pero, ¿por qué dragones y no lechuzas, dinosaurios o leones? La respuesta es sencilla, porque esta criatura mitológica es un elemento clave de la iconografía de la ciudad. Está vinculada a su patrón, Sant Jordi, un santo del siglo III que, según la leyenda, salvó a la princesa de Capadocia de las garras de un dragón, de cuya sangre brotó la rosa roja (esa que se regala precisamente el día que se celebra su festividad y que también es el Día del Libro).
Aunque el origen de la iconografía del dragón es sobre todo medieval y existen muchas representaciones de esa época, nos fijaremos ahora en los de otra, el Modernismo. Un momento en el que estas criaturas fueron auténticas musas para sus arquitectos: tanto estéticamente, por sus formas onduladas, colores brillantes y su gusto orientalizante que les permitían echar a volar toda su creatividad; como por su simbología y valores de exaltación de la historia local: la Renaixenca catalana.
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Siempre Gaudí
Antoni Gaudí (1852-1926), famoso por su desbordante imaginación, recurrió a ellos en muchos de sus edificios en diferentes lugares y desde diferentes acercamientos. En la puerta de hierro forjado de los Pabellones de la Finca Güell (Avda. Pedralbes, 7; 1887) el arquitecto representó a Ladón, el dragón de cien cabezas. Éste era en la mitología clásica el guardián del Jardín de las Hespérides que se enfrentó a Hércules en su undécima prueba. Está aquí en forma de la constelación de la Serpiente, en la que fue convertido como castigo tras robar naranjas del huerto de las Hespérides. Se dice que en su origen la figura era aún más espectacular, ya que estaba pintada de colores y hasta disponía de un mecanismo para mover sus garras.
Una vez más, Gaudí volvió a recurrir al dragón en el Park Güell, concretamente sobre la fuente que da la bienvenida al parque, y en forma de ladrillo revestido de trencadís. Aunque algunas teorías afirman que se trata de la salamandra alquímica que simboliza el elemento fuego; la gran mayoría de sus estudiosos lo relaciona con Pitón, el guardián del templo de Delfos, y de sus aguas subterráneas (que en este caso serían las de las bóvedas).
En Casa Batlló (1906) el arquitecto dio un paso más con su “dragonmanía”. Y es que no se limitó a representar dragones con una escultura o un medio relieve, sino que convirtió la cubierta entera del bonito edificio en el lomo de un enorme dragón, por medio de tejas tornasoladas violetas, verdes, amarillas y morados que simulan sus escamas.
Pero el de Reus no fue el único arquitecto que se dejó encandilar por esta figura exótica. Muchos de sus colegas coetáneos también tomaron como modelos a estas criaturas en sus fachadas. Sobre todo en el barrio del Eixample, y más concretamente en el Passeig de Gràcia, en el tramo conocido como la “Manzana de la discordia”, entre las calles de Aragó y Consell del Cent, donde se encuentran las casas modernistas más bonitas.
En el número 35 de Passeig de Gràcia, Lluis Domènech i Montaner reformó el lugar que ocupaba la antigua Casa Rocamora construyendo la Casa Lleó Morera (1905), en cuyas arcadas incluyó algunos dragones, algo que ya había hecho en el Castell dels Tres Dragons (1887-1888), en el Parc de la Ciutadella.
También Josep Puig i Cadafalch incorporó en la Casa Amatller (1900), de estilo neogótico, una estatua de Sant Jordi matando a un dragón su entrada principal. El mismo arquitecto fue el responsable de la remodelación del Palacio del Baró de Quadras (Avenida Diagonal, 373), en cuya fachada principal, mimetizado con otras figuras, se puede descubrir un dragón. Unos números más arriba (416-420) firmaría la Casa de Les Punxes (o números de Casa Terrades; 1905), llamada así por las seis torres coronadas por agujas que le dan un incuestionable aire medieval. En su fachada trasera, se muestra también la imagen del San Jorge clavándole la lanza al dragón.
En la Casa Bruno Cuadros, en la Casa dels Paraigües, en el Palau de la Generalitat, en el monumento a Colón, en la catedral... son otros lugares donde podrás encontrar más representaciones de dragones a tu paso por Barcelona. Para tenerlas todas controladas y optimizar tu tiempo, reserva en el hotel Barceló Sants, sobre la misma estación del AVE.