Sostenibilidad cultural: el futuro de los viajes
Viajar de forma responsable no solo implica elegir hoteles y medios de transportes más amables con el planeta, sino también seleccionar experiencias y planes que involucren la cultura local de los destinos. Por Kris Ubach
Para empezar, algo que ya sabemos todos: uno de los mayores desafíos de nuestra era es el cambio climático y la degradación medioambiental. Es cierto que, poco a poco, algunos países –especialmente en Europa, y cuanto más al Norte, con más énfasis– están adoptando medidas y liderando el camino para alcanzar la neutralidad climática del continente europeo, esto es, tratar que las emisiones netas de gases con efecto invernadero se equilibren y sean iguales o inferiores a las que el Planeta absorbe de manera natural. El Pacto Verde Europeo establece que el continente deba alcanzar el ambicioso objetivo de neutralidad en el carbono en 2050. Hasta aquí nada nuevo.
Como viajeros responsables podemos discriminar qué establecimientos escogemos según su grado de sostenibilidad, decidir cómo viajamos, dónde nos alojamos o qué comemos
Acompañando esa necesidad global de reducir nuestro impacto o lo que es lo mismo, nuestra huella de carbono, también muchas empresas en el sector turístico en la Unión Europea y más allá han empezado a trabajar en ello. Hoy –ya sea porque algunos países lo han regulado (o lo regularán en breve), porque ciertos empresarios del sector han apostado por ello firmemente o porque cada día más clientes concienciados lo requieren–, cada vez hay más negocios turísticos que han adoptado medidas encaminadas a contribuir a ese bien común.
El hotel Barceló Conil Playa es un ejemplo de sostenibilidad hotelera. Su sistema constructivo lo ha llevado a conseguir una Calificación de Eficiencia Energética A, con un consumo por debajo de 50KW/m² de energía anual. No hay que olvidar que todos los hoteles en España de Barceló Hotel Group se abastecen por medio de energía de origen 100% renovable, lo que permite combinar el respeto al medio ambiente con el consumo responsable
Ya no es raro ver que algunas propiedades turísticas autogeneran parte de su energía y gestionan eficientemente sus propios residuos; ya nos hemos acostumbrado a que en muchos hoteles no se vean plásticos de un solo uso y que muchos apuesten por servir producto local y ecológico en sus restaurantes. Todo eso está muy bien, pero la sostenibilidad debe también incluir el cuidado por el bienestar de las personas que trabajan en los establecimientos o que viven en esos destinos, contribuyendo al desarrollo y riqueza de las comunidades locales.
Y es que es precisamente en las comunidades locales donde puede darse ese paso extra, necesario para sumar enteros a toda esta buena voluntad de encaminarnos hacia un futuro más verde o, mejor dicho, más razonable para el planeta. Es lo que llamamos la sostenibilidad cultural.
Comprar productos locales, confeccionados en su lugar de origen, e es clave para redefinir nuestro consumo y convertirlo en una práctica más responsable y sostenible
Sostenibilidad cultural: la clave de un turismo más justo
Hasta ahora, como viajeros responsables, podemos discriminar qué establecimientos escogemos según su grado de sostenibilidad; está en nuestra mano decidir cómo viajamos, dónde nos alojamos, a quién contratamos para nuestras actividades y qué comemos, porque ahora somos conscientes del impacto que nuestra elección tiene en el medio. Y no hay que minimizar la fuerza que tienen las elecciones de los viajeros: solo hay que pensar, por ejemplo, que solo en el cuarto trimestre del 2022 los residentes españoles realizaron 37,9 millones de viajes..., y eso son muchos viajeros tomando decisiones.
La sostenibilidad cultural cpontribuye a que la presencia del turismo no conlleve una modificación artificial de esas costumbres
¿Pero qué es la sostenibilidad cultural? En el mundo de los viajes, la sostenibilidad cultural es esa que se fija en las tradiciones de los lugares, no solo respetándolas y manteniéndolas intactas, sino también contribuyendo a que la presencia del turismo no conlleve una modificación artificial de esas costumbres para adaptarlas al gusto del viajero. Pongamos un ejemplo concreto.
Sri Lanka es un destino que promueve la inclusión de los viajeros en las tradiciones locales. En la imagen, un turista experimenta cómo se cultiva el famoso té blanco de la antigua Ceilán
Turismo regenerativo, ¿qué es y por qué es necesario?
Aunque no se conoce mucho en España, en América latina existe un modelo en auge que se expande con fuerza en países como Chile, Perú, Colombia o México: se conoce como turismo regenerativo. En estos lugares –donde existe un gran arraigo del ser humano con la naturaleza, una cosmovisión ancestral y unas naciones originarias– se hace más patente la necesidad de que el visitante no solo ayude a preservar esta riqueza humana, sino que contribuya a mejorarla. Una de las claves del turismo regenerativo tiene mucho que ver con la sostenibilidad cultural y consiste en que cada cultura ofrezca lo que tiene: su gastronomía y su autenticidad sin crear productos artificiales globalizados que acaban destruyendo la identidad cultural de los pueblos y que, de paso, crean un impacto negativo en el medioambiente.
El turismo regenerativo defiende una forma de descubrir los destinos a través de sus tradiciones, gastronomía y costumbres auténticas, contribuyendo así a la preservación de su entorno e identidad cultural, así como al desarrollo social y económico de sus comunidades
Para entender mejor el concepto de este tipo de viajes generadores de impactos positivos podemos fijarnos en modelos como el que se está llevando a cabo en la mexicana Selva Lacandona, en Chiapas, donde la comunidad indígena de los lacandones hace tiempo que gestionan un modelo sostenible, auténtico y a pequeña escala. Casi el 100% de los lacandones –una etnia de la que apenas quedan 1.400 individuos– se dedican de un modo directo o indirecto al turismo sin que por ello se hayan visto obligados a abandonar su modo de vida tradicional.
Los mercados son un excelente lugar en el que conocer de cerca la idiosincrasia local y sus costumbres gastronómicas
Los lacandones, que fueron nómadas hasta los años 80, construyeron unas cuantas cabañas para acoger a pequeños grupos en visitantes en su comunidad y ello les ha permitido perpetuar el sistema agrícola tradicional de sus ancestros mayas, es decir la milpa (el triple cultivo de maíz, frijol y calabaza). Con esas cosechas pueden dar de comer a sus familias y también a sus visitantes: todo es orgánico, conservacionista y basado en la economía circular. Así, una parte de la familia cultiva las tierras para dar de comer a los huéspedes (aquí no sirven Coca-Cola sino pozol, la ancestral bebida maya), otra parte se encarga de tener a punto las cabañas y unos cuantos acompañan a los visitantes a la selva para contarles sobre las propiedades curativas de la botánica local. Es un modelo honesto, que no vende nada que no tiene, basado en la cultura y en el modo de entender el mundo de estas personas. Un ejemplo perfecto de turismo sostenible que ejerce como motor de cambio y que permite a los lacandones seguir viviendo en su territorio y desarrollando un modelo que no rompa radicalmente con su cultura y con su paisaje.
Una cascada en la selva lacandona, en Chiapas
Elegir hoteles sostenibles y apostar por el producto local
A todas esas elecciones que podemos hacer los viajeros para minimizar nuestro impacto sobre el Planeta, es decir, a escoger hoteles más sostenibles, a movernos en medios de transporte menos contaminantes y a consumir productos orgánicos, podemos añadir también ese pequeño esfuerzo de apoyar a quienes tratan de vivir conservando su cultura, su tradición y sus conocimientos ancestrales transmitidos de generación en generación. Y eso no es algo que solo pueda hacerse en la selva de Chiapas, sino en cualquier lugar, también en nuestro país. En nuestra mano está escoger entre el pequeño artesano que hace alpargatas a mano y el souvenir hecho en cadena muy lejos de aquí. Comprar al pastor que hace queso con la leche de sus propias cabras, al alfarero que hace sus jarras o al agricultor que elabora su propio aceite es ponerse de parte de estos custodios de un modo de vida que tiende a la extinción.
Involucrarse en las costumbres propias del destino es la mejor manera de conocerlo y de disfrutar de sus encantos
La Firma invitada de Pin and Travel: Kris Ubach
Nacida en Barcelona y del Maresme de adopción, Kris es fotoperiodista profesional y escritora especializada en viajes, turismo y sostenibilidad desde hace más de 25 años. Ha viajado extensamente a más de 85 países en todo el mundo y tiene un amplio conocimiento de múltiples culturas y realidades sociales.
Realiza reportajes escritos y gráficos para numerosas revistas y periódicos de ámbito nacional e internacional, además de participar en la edición de algunas guías de viajes. Es colaboradora habitual en publicaciones especializadas como Viajes National Geographic, Conde Nast Traveler, Lonely Planet Traveller, Viajar, La Vanguardia, Diario Ara, entre otras. También ha colaborado en secciones de viaje de Imparte periódicamRAC1 y Catalunya Ràdio, donde condujo la sección semanal Crónicas Americanas sobre viajes y realidades culturales. Imparte cursos, talleres y ponencias de periodismo de viajes en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Cataluña, en la escuela IDEP y en la Red de Bibliotecas de Barcelona.
Síguela en @krisubach