Vacaciones en Grecia, el Mediterráneo más virgen
Si tienes pensado viajar a Grecia este año, sigue nuestros consejos y descubre cuál es la mejor época para ver este hermoso país mediterráneo
Si tienes pensado viajar a Grecia, el Peloponeso es más que una grata sorpresa para quien la visita. La península con forma de hoja es un remanso de tranquilidad solo alterado por las carreteras que rodean sus montañas. Verde, árida y acogedora seduce por sus paisajes, su gente y su cocina, tan rica como su cultura.
¿Cuál es la mejor época para viajar a Grecia?
La mejor época para viajar a Grecia depende de tus preferencias personales y de lo que estés buscando experimentar. En general, la temporada alta en Grecia es durante los meses de verano, de junio a agosto, cuando el clima es cálido y soleado, y las playas están en su mejor momento. Sin embargo, esto significa que habrá más turistas y precios más altos.
Si prefieres evitar las multitudes y disfrutar de temperaturas más moderadas, considera viajar entre abril y junio o entre septiembre y octubre
Para evitar masificaciones (y, además, porrás ahorrarte unos euros, lo ideal es viajar a Grecia en primavera (abril-mayo) y el otoño (septiembre-octubre). Durante estas estaciones, el clima es agradable y las temperaturas son cálidas, pero no excesivamente calurosas, lo que lo hace perfecto para explorar los sitios arqueológicos, disfrutar de las playas y realizar actividades al aire libre sin el calor sofocante del verano.
Una calle con vistas al mar en Santorini
Cultura mediterránea en estado puro
Grecia es como una pared desconchada. Con los años y la crisis que azotó al país, su superficie ha ido perdiendo su máximo esplendor, pero a medida que uno rasca con suavidad descubre capas superpuestas de bellos papeles pintados que dejan constancia de lo que un día fue, y es.
Los atractivos de Grecia también podría ser como un salón con un balcón vivo, pues acoge a quienes llegan, que se sienten cómodos en sus mullidos sofás, de esos que en cuanto te sientas te abrazan de las cervicales a los tobillos y hacen que, después del café, la despedida sea más difícil, porque ¡qué a gusto se está cuando se está bien! Y es que escaparse de viaje a Grecia es como estar en casa, con comida sabrosa y recién hecha, plazas con algarabía y niños con bicicletas hasta entrada la noche, con caras que se vuelven conocidas rápidamente y con rincones que apuntan que nuestra costa mediterránea un día fue parecida a la del Peloponeso: sin edificios, sin estridencias y salpicada de olivos aquí y allá.
Estampas como esta te esperan en un viaje a Grecia
Primera parada: Atenas
La primera vez que uno pisa el país de los dioses puede perfectamente, y sin ningún tipo de remordimiento o culpa, evitar las conocidas como islas griegas que para muchos se reducen a dos, Miconos y Santorini, a pesar de que son un centenar. Sin embargo, no ir a Atenas durante un viaje a Grecia, que no necesita más que un par de días, sería lo más parecido a un sacrilegio.
Aun desgastada y con cientos de persianas cerradas a cal y canto detrás de las cuales se intuye que un día hubo un negocio –pásate por la cuenta de Instagram del fotógrafo griego Georgios Makkas para entender mejor la magnitud del fenómeno-, recorrer sus calles no deja de ser agradable, una inmersión en la historia que sabe tan bien como sus tiropitas, las empanadas de hojaldre rellenas de queso feta que abren el apetito para los próximos días.
Los imperdibles de Atenas no requieren mucha presentación, solo una buena planificación para tu viaje a Grecia y no perderte nada. La Acrópolis (cuanto más pronto se visite, mejor, evitarás las peores horas de sol y las hordas de turistas que llegan a media mañana) y el Museo Arqueológico Nacional, el Templo de Zeus, la Biblioteca de Adriano, la plaza Sintagma (con sus acicalados guardias), el barrio de Plaka o el Odeón de Herodes Ático, donde con un poco de suerte podrás ir a un concierto de música griega que no deberías perderte aun no entendiendo nada.
Atardecer sobre la plaza Monastiraki de Atenas y la colina de la Acrópolis
Ruta por la Península del Peloponeso, imprescindible de un viaje a Grecia
La península del Peloponeso requiere calma. Entre nuestros consejos para viajar a Grecia se encuentra alquilar un coche (el mejor transporte para recorrerse el país), pues te dará la libertad que merece esta tierra en la que a veces parece que se haya detenido el tiempo. Con carreteras zigzagueantes (no siempre fáciles de conducir) y puertos tan imposibles como espectaculares, tiene una naturaleza cambiante entre el espesor verde y la aridez de sus montañas.
Al sur, y frente a la isla de Hydra, está la tranquila Thermisia, con playas paradisiacas que poco tienen que envidiar a las del Pacífico, y la puerta de entrada a La Argólida, donde Nauplia merece una parada. La que fue la primera capital del país entre 1829 y 1834 es un encantador pueblo con callejuelas repletas de restaurantes, tiendecitas de recuerdos y callejones empedrados por los que caminar sin prisa ni reloj.
Una basílica en Thermisia
Además de su paseo marítimo (al final del cual hay una pequeña playa) y el islote de Bourtzi, con un castillo sobre el mar, destaca el Palamidí, una fortaleza amurallada a la que se puede subir andando desde el casco viejo si a uno no le importa tener agujetas los siguientes tres días: tiene 900 escalones a cada cual más empinado.El premio son las vistas y por supuesto, la satisfacción de haberlo conseguido sin ayudas.
Desde Nauplia, y a solo media hora en coche, está el Teatro de Epidauro, una espectacular obra del siglo IV a.C., donde se representaban, y se representan, tragedias. Famoso por su acústica, un espectador que esté sentado en última grada es capaz de escuchar el sonido que hace una moneda al caer en el centro de la orchestra. El efecto ¡wow! se conserva tantos siglos después…
Terrazas en Nauplia
En la misma onda y tras haber cogido de nuevo la carretera serpenteante, uno llega a Monemvasía, otro encantador pueblo amurallado sin tráfico (los coches se quedan al otro lado de la muralla), con calles empinadas y estrechas, y unido a tierra por un puente. La contemplación es la principal actividad del pueblo, pues lo que más apetece cuando uno llega es observar el mar desde una terraza con una copa de vino blanco, leer la guía de Grecia descubriendo historias y, cuando cae el sol, recorrer las calles arriba y abajo entre casas que parecen cerradas desde ni se sabe. Comerás muy bien (y barato), dormirás genial y te levantarás con ganas de seguir la ruta.
¿Dónde sabe mejor una ensalada griega que en Grecia frente a estas vistas?
Última parada: la isla de Elafónisos
Lo mejor para cabar tu viaje a Grecia es hacerlo por todo lo alto y con la certeza de que volverás, y Elafonisos es ese lugar que pide a gritos una segunda (y tercera) visita incluso antes de abandonar la isla.
Tan pequeña que no tiene nada, pero lo tiene todo, es un remanso de paz con playas de arena fina y agua turquesa a las que en temporada alta llegan miles de turistas a diario, pero que si viajas a Grecia en septiembre o en junio, sin embargo, uno puede extender sin problemas la toalla. Con un pequeño puerto lleno de soportales en los que cenar pescado fresco a la brasa es encantador hasta decir basta. El mejor destino para terminar un viaje a Grecia y prometerse a uno mismo que volverá.
Iglesia de San Espíritu en el puerto de Elafonisos